Comienza tu día en Civitavecchia con un auténtico desayuno italiano y las historias de tu guía local, luego recorre calles milenarias y prueba especialidades de panadería únicas de este puerto. El mercado vibrante suma más sabores y risas, para terminar con un último bocado en un rincón escondido. Prepárate para una experiencia cálida, histórica y deliciosa que recordarás mucho tiempo.
Apenas bajamos del shuttle en Largo della Pace, me llegó ese aroma a café recién hecho que solo encuentras en un bar auténtico italiano, nada que ver con lo que sirven en los cruceros. Nuestra guía, Giulia, nos llamó con un “¡Andiamo!” y en un instante estábamos sentados con cornetti calientes y espresso, mientras nos contaba por qué Civitavecchia no es solo el puerto de Roma, sino una ciudad con alma propia. La mañana se sentía animada pero sin prisas; locales pasando a nuestro lado, algunos saludando en voz alta desde la otra acera. Me encantó ese ambiente.
Pasear por el antiguo puerto romano era como hojear páginas de historia: entre los edificios modernos asomaban restos de piedra antiguos. Giulia nos señaló grabados que yo ni habría notado (bromeó con sus “ojos de arqueóloga”). La clave aquí es “tour gastronómico Civitavecchia”, pero en realidad se trata tanto de la gente como de la comida. En una parada en la panadería nos dieron un trozo de pizza Civitavecchiese, más gruesa que la romana, casi como una focaccia, salada y con una textura masticable. Intenté pronunciarla bien; el panadero sonrió igual.
Luego fuimos al mercado, ruidoso y vibrante, como solo los mercados italianos pueden ser. Los pescaderos gritaban precios, alguien cortaba prosciutto tan fino que casi se veía a través. Probamos aceitunas y quesos mientras Giulia charlaba con los vendedores, que claramente la conocían bien (juro que uno le pasó una higuera extra). Hubo un momento junto a un puesto de verduras donde la luz del sol iluminaba un montón de tomates de manera perfecta y todo parecía… vivo. Perdón si suena cursi, pero se me quedó grabado.
Después caminamos por Corso Centocelle, donde se dice que bajo tus pies corren antiguas murallas de la ciudad. Vimos el Teatro Cívico, que me pareció más elegante de lo que esperaba, y terminamos en la Piazza Fratti para una última degustación en un lugar pequeño que Giulia llamó su “arma secreta”. No voy a contar qué comimos, pero aún lo recuerdo días después. No hubo prisas, nadie nos apuró ni intentó vendernos nada extra. Solo buenas historias y bocados en una ciudad que muchos pasan por alto sin realmente conocer.
El punto de encuentro es en Largo della Pace, en la terminal del shuttle de cruceros.
Degustarás pasteles típicos italianos, pizza Civitavecchiese, aceitunas, quesos y otras especialidades del mercado.
La ruta recorre el centro de Civitavecchia a pie, con paradas frecuentes para probar y escuchar historias; las distancias son cortas y cómodas.
Sí, un guía local experto acompaña todo el recorrido.
El tour comienza en la terminal de shuttle de Largo della Pace, donde llegan los pasajeros del crucero; no se ofrece recogida en hoteles.
En el mercado hay varias opciones, pero es mejor avisar sobre dietas especiales al reservar.
El ritmo tranquilo y la variedad de sabores lo hacen ideal para todas las edades; los bebés pueden ir en cochecito.
Tu día incluye paseos guiados por el centro histórico de Civitavecchia con muchas paradas para probar comida local: desde dulces de panadería, rebanadas de pizza tradicional hechas en hornos familiares, hasta productos frescos en el animado mercado de la ciudad. Termina con un último bocado en un encantador rincón del barrio antes de regresar a tu barco o continuar tu viaje.
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