Recorre los mercados llenos de vida de Catania con una guía local, probando caponata fresca, conos de pescado frito recién hechos, pasteles hojaldrados como cipollina y cartocciata, y termina con dulces clásicos sicilianos: cannoli o granita si hace calor. Escucharás historias entre bocado y bocado y saldrás sintiéndote más vecino que turista.
Nunca imaginé que lo primero que notaría en Catania sería el sonido: todas esas voces entrelazándose en el mercado, alguien gritando precios del pez espada, un niño riendo mientras esquivaba a un gato callejero. Nuestra guía, Francesca, nos hizo señas con una sonrisa fácil y me entregó lo que llamó “la auténtica” caponata. Aún estaba tibia, recién salida de detrás del mostrador, dulce y ácida a la vez. Creo que terminé con más aceite de oliva en los dedos que en la boca. Nos contó que cada nonna tiene su propia receta; la suya lleva más apio porque “es bueno para el alma”. No discutí.
Nos perdimos por callejuelas donde la ropa tendida ondeaba como banderas y las motos pasaban tan cerca que casi sentías el aire moverse. En el mercado de pescado, Francesca me entregó un cucurucho de papel con pescado frito: anchoas, calamares pequeñitos y algo más que intentó explicar, pero me lo comí antes de poder preguntar. La fritura estaba salada y caliente, y por un momento solo olí a mar (y quizá a aceite de freír). Un hombre mayor que vendía limones nos miró como si fuéramos de la casa. Quizá así es la gente aquí.
Después entramos a una panadería para probar la cipollina, un hojaldre relleno de cebolla y queso que se estira al partirlo. Alguien detrás mío mencionó la “cartocciata” y de repente tenía otro pastel en la mano (perdí la cuenta después de un rato). Francesca cambiaba entre inglés e italiano con tanta naturalidad que a veces olvidaba en qué idioma había empezado. Se rió cuando intenté decir “grazie mille” con la boca llena. El tour de comida callejera en Catania fue un no parar de bocado en bocado; para cuando llegamos a los cannoli al final (o a la granita si preferías), no sabía cómo iba a comer más, pero de alguna manera lo hice.
Todavía recuerdo esa primera cucharada de granita de limón: tan fría que me dolían los dientes, pero perfecta después de tantos pasteles. Si buscas algo elegante o pulido, esto no es para ti. Pero si quieres sentirte parte de la ciudad por una tarde, aunque sea solo unas horas… te atrapa sin que te des cuenta.
Probarás caponata siciliana, conos de pescado frito del mercado, cipollina (pastel con cebolla y queso), cartocciata (pastel rústico relleno), además de cannoli o granita siciliana al final.
Sí, la guía habla tanto inglés como italiano durante el recorrido.
Incluye agua embotellada y una bebida alcohólica para adultos mayores de 18 años.
Sí, los bebés pueden participar; se permiten cochecitos y los bebés pueden sentarse en el regazo de un adulto.
No se especifica la duración exacta, pero incluye varias paradas por el centro de Catania durante la hora de comida o cena.
Sí, hay opciones de transporte público cerca del lugar donde se inicia el tour.
Tu experiencia incluye degustaciones de clásicos de la comida callejera siciliana en varias paradas por el centro de Catania: desde caponata tibia hasta conos de pescado frito en el mercado, pasteles como cipollina y cartocciata, y para terminar, cannoli dulces o granita refrescante. Se proporciona agua embotellada durante todo el recorrido y una bebida alcohólica para adultos; el tour se realiza en horario de comida o cena según tu reserva.
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