Recorre las calles empedradas de Bergamo Alta con un guía local apasionado por la comida: disfruta vino Valcalepio, casoncelli caseros, polenta con manteca y queso, y termina con helado stracciatella y espresso italiano. Risas, historias auténticas y sabores que recordarás mucho después de dejar esos callejones de piedra.
¿Conoces ese sonido hueco que hacen tus zapatos al pisar piedra antigua? Fue lo primero que noté al comenzar nuestro tour gastronómico por Bergamo: el eco subía por la calle estrecha, mezclándose con el tintinear de copas que venía de algún lugar arriba. Nuestra guía, Marta, nos llamó a un bar diminuto donde me dio una copa de Valcalepio tinto (intenté pronunciarlo, fallé, y ella se rió) junto con pan crujiente cubierto de ingredientes que no supe nombrar pero que devoré feliz. El aire olía a levadura y a algo herbal — ¿romero quizá? No estoy seguro. Se sentía más como el salón de alguien que un restaurante.
Pasamos por la Piazza Vecchia — Marta nos contó que los locales siempre se detienen ahí, incluso si van apurados. Ella conocía a todo el mundo; la gente la saludaba con un simple gesto o alguna broma rápida en italiano. En la siguiente parada, nos sentamos apretados en una mesa de madera para probar casoncelli — pasta rellena de carne y algo dulce (¿amaretti?). No esperaba esa combinación pero, wow, funcionó. La salsa era mantequillosa y justo salada. Alguien en la mesa preguntó por la tradición dominical del foiade — Marta explicó que es lo que las familias preparan cuando todos vuelven a casa para almorzar. La complicidad entre ella y el dueño del restaurante hizo que nos quedáramos más tiempo del previsto.
Luego llegó la polenta. Ya la había probado antes, pero nunca con manteca derritiéndose en queso así — suave y con un toque casi ahumado, nada pesada. Mientras comíamos, sonó una campana de iglesia cercana; nadie tenía prisa. Para terminar, helado de stracciatella (dicen que nació justo aquí), cremoso con esos trocitos de chocolate que crujen fríos al morder. Cerramos con un espresso en la barra — amargo, intenso, perfecto después de tanta riqueza.
Sigo pensando en lo sencillo que se sintió todo, en el mejor sentido — sin grandes alardes, solo buena comida y gente que ama de verdad su ciudad. Si quieres descubrir Bergamo Alta desde los ojos de alguien que la vive a diario (y comer increíble), este tour es para ti.
El tour a pie incluye varias paradas en Bergamo Alta; no se especifica la duración exacta, pero se realiza a un ritmo tranquilo durante la hora del almuerzo.
Sí, el almuerzo está incluido y se sirve en al menos cuatro paradas con platos típicos locales.
Recibirás una bebida alcohólica (como vino Valcalepio) si tienes más de 18 años, además de café o té al final.
Pueden participar bebés y niños pequeños; se permiten cochecitos y hay asientos especiales para bebés disponibles.
Sí, pasarás por la Piazza Vecchia como parte del paseo por Bergamo Alta.
El tour se realiza siempre en inglés e italiano; otros idiomas pueden estar disponibles bajo petición.
Los grupos son pequeños para garantizar una experiencia cercana y atención personalizada del guía.
No hay información específica sobre dietas especiales; contacta directamente con el proveedor antes de reservar.
Tu día incluye un almuerzo generoso repartido en cuatro paradas en Bergamo Alta: comienza con un aperitivo de vino local y pan con toppings, sigue con pasta casera o foiade en uno de los restaurantes más encantadores, luego polenta con manteca y queso cerca de la Piazza Vecchia, y termina con helado de stracciatella y espresso italiano—todo acompañado por un guía local apasionado que comparte historias en cada paso.
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