Camina por paisajes volcánicos salvajes en Landmannalaugar con un guía experto, cruzando campos de lava negra y picos de riolita de colores antes de relajarte en una fuente termal natural rodeada de montañas. Prepárate para botas embarradas, historias locales y momentos que recordarás mucho después de volver a Reykjavík.
Para ser sincero, casi pierdo el autobús en Reykjavík porque no encontraba el otro guante. El conductor solo sonrió y me dejó subir, así que supongo que así empieza un día en Landmannalaugar. Nuestra guía, Sigrún, repartió chocolate islandés (no muy dulce) mientras avanzábamos por esas interminables carreteras F hacia las tierras altas. No es un trayecto corto — unas tres horas tal vez — pero ver pasar los campos de lava negra y sentir la calefacción luchando contra el frío matutino fue parte del encanto. Alguien detrás intentó pronunciar “Landmannalaugar” y Sigrún se rió, prometiendo que mejoraríamos para el final de la caminata. Yo no estoy tan seguro.
Lo primero que sentí al bajar fue la mezcla de azufre y aire frío, un olor fuerte pero limpio. Los colores son reales — nada de filtros de Instagram — con franjas amarillas y verdes en el monte Brennisteinsalda que parecen pintadas por un artista de humor cambiante. Empezamos a caminar por el campo de lava negra de Laugahraun, con las botas crujiendo sobre fragmentos de obsidiana, y luego subimos por el cañón Vondugil, donde el musgo se aferra a las rocas como si no quisiera soltarse. Sigrún nos mostró pequeñas flores que brotan entre la grava (“solo florecen unas semanas,” dijo). Mis rodillas no estaban muy contentas con la subida, pero nadie tenía prisa.
No esperaba sentir tanta calma en la cima — solo viento y nuestra respiración, más un repentino vapor que salía de algún lugar debajo. El descenso por el desfiladero Graenagil estuvo resbaladizo en algunos tramos (consejo: lleva guantes aunque creas que no los vas a necesitar), pero esas rocas azul verdosas hicieron que cada paso cuidadoso valiera la pena. Y después de unas cuatro horas, dejamos las mochilas junto a una piscina termal donde los locales ya se relajaban, apoyados en las piedras como si fueran dueños del lugar. El agua olía un poco a huevo, pero era perfecta para las piernas cansadas.
De regreso a Reykjavík nadie hablaba mucho; todos miraban la lluvia deslizarse por las ventanas o se quedaban dormidos bajo chaquetas prestadas. Todavía recuerdo ese silencio — lo inmenso que parecía todo allá afuera comparado con el ruido de la ciudad. Si buscas algo auténtico y que te deje sin palabras, esto es.
La caminata guiada dura unas 4 horas (8–10 km), más el transporte desde Reykjavík que puede tomar alrededor de 3 horas por trayecto.
Sí, la recogida en Reykjavík está disponible como opción al reservar esta excursión de un día.
Necesitarás ropa de abrigo para exteriores, chaqueta y pantalones impermeables, guantes, gorro, buen calzado de senderismo y traje de baño si quieres bañarte en la fuente termal.
La excursión requiere al menos una condición física moderada, ya que se camina por terreno irregular durante 8–10 km; la edad mínima es 10 años.
Sí, es posible alquilar botas de senderismo y ropa impermeable si lo gestionas con el operador local con antelación.
Hay opciones de transporte público cerca, pero para llegar por tu cuenta necesitas un vehículo 4x4 autorizado para carreteras F si te encuentras en el lugar.
Sí, tras la caminata tendrás tiempo para relajarte en una piscina termal natural con vistas a la montaña antes de regresar.
Tu día incluye un guía experto que lidera un grupo pequeño por los senderos únicos de Landmannalaugar, transporte opcional de ida y vuelta desde Reykjavík si lo eliges al reservar, y tiempo para relajarte en una piscina geotérmica natural después de la caminata — solo recuerda llevar bañador y toalla si quieres darte un baño.
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