Recorre Roatán con un guía local, para para disfrutar vistas panorámicas antes de conocer monos y perezosos en un santuario. Prueba chocolate artesanal y rones pequeños, no te pierdas el pastel de ron con banana, y aprende cómo se hacen aquí mismo. Risas, sabores nuevos y un momento tranquilo frente al mar te esperan.
No esperaba que el aire en Roatán oliera tan verde, como hojas dulces después de la lluvia, aunque al aterrizar estaba seco. Nuestro conductor, José, nos saludó desde la acera con una sonrisa que parecía decir “ya nos conocemos”. Señaló Coxen Hole mientras subíamos la colina; la verdad, casi me pierdo la ciudad por la vista detrás de nosotros: barcos meciéndose en el agua azul y techos esparcidos como confeti. Paramos en el letrero colorido de Roatán donde todos se tomaron fotos (yo intenté disimular, pero seguro se notó), y José sacó agua fría de la hielera en la van. Un detalle pequeño, pero se agradece.
El santuario de animales era más ruidoso de lo que imaginaba: guacamayas chillando arriba y esos monos cariblancos corriendo como si fueran dueños del lugar (quizá lo son). Los perezosos se movían lentísimos; uno me parpadeó con tanta calma que me reí en voz alta. Nuestra guía nos contó cuáles son sus árboles favoritos y que solo bajan una vez por semana para hacer sus necesidades, algo que aquí es todo un evento. Una niña a mi lado se sorprendió cuando un mono intentó desatarle los cordones. Estar tan cerca de estos animales te hace olvidar el móvil por un rato.
Después llegó el chocolate: el aire dentro de la fábrica olía intenso, casi pegajoso de dulce. Probamos trozos de chocolate oscuro que se derretían rápido en la lengua (mi favorito fue el de café), y luego alguien me ofreció pastel de ron con banana. No soy fan de la banana, pero esto era otra cosa. El ron con sabor a mango era más ligero de lo que esperaba; Li se rió cuando intenté decir “gracias” en español, seguro lo dije mal, pero ella solo sonrió más. La tienda tenía botellitas pequeñas alineadas por colores, con el sol reflejándose en el vidrio.
Sigo pensando en ese momento en la cima de la colina, fuera de la destilería: la brisa en el pelo, el océano infinito y todos en silencio viendo las nubes moverse sobre Roatán. No fue perfecto ni planeado; a veces viajar te sorprende así, sin avisar.
Sí, incluye recogida y regreso desde tu hotel, Airbnb o puerto de cruceros.
Puedes acercarte a los perezosos en el santuario; la interacción depende de su ánimo y las indicaciones del personal.
Sí, probarás varios tipos de chocolate hecho localmente en la parada de la fábrica.
Sí, podrás degustar diferentes rones, incluido el de mango, y probar pasteles de ron en la destilería.
El trayecto es corto; se incluyen paradas para hacer turismo en el camino.
Sí, familias con niños, incluso bebés, pueden participar; se permiten cochecitos.
El tour es accesible para sillas de ruedas y adecuado para la mayoría de niveles físicos.
Roatán Rum Company cierra los domingos.
Tu día incluye transporte privado con aire acondicionado, recogida en hotel o puerto, entradas a todos los sitios incluyendo el santuario y salas de degustación, guía bilingüe en inglés y español, además de muestras gratuitas de chocolate y ron antes de llevarte de vuelta cómodo a tu punto de partida.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?