Comienza tu día de Champagne en Reims con una guía cercana y grupo reducido, visitando dos bodegas familiares para siete catas. Pasea por las calles tranquilas de Hautvillers y conoce la tumba de Dom Perignon antes de almorzar en Epernay. Ríe en bodegas frescas, escucha historias auténticas y déjate llevar por la magia entre viñas.
Bajas del tren en Reims y se nota al instante: el aire aquí tiene un toque especial, más nítido. Nuestra guía, Claire, nos saludó desde la estación con una energía que me conquistó al momento. Mientras cruzábamos las casas antiguas del Champagne y la imponente catedral gótica, ella iba contando pequeñas historias que daban vida a cada rincón. Justo cuando pasamos, sonaron las campanas y juraría que hasta mi café supo mejor. No sé si es posible, pero así fue.
La primera bodega familiar estaba escondida tras muros bajos de piedra, a las afueras del pueblo. El dueño tenía las manos marcadas por años de vendimia y nos sirvió la primera copa sin rodeos. Intenté girarla como si supiera, Claire lo notó y sonrió. En la bodega reinaba un silencio especial: el suelo frío de piedra, el aroma suave a levadura y manzanas, hasta que alguien se rió y el eco rebotó entre los barriles. Probamos tres Champagnes; la verdad, perdí la cuenta después del segundo porque me puse a pensar en todas las generaciones que habían cuidado esas viñas.
Hautvillers era casi un remanso de paz. Subimos hasta la tumba de Dom Perignon; Claire nos contó que él no “inventó” el Champagne, sino que lo perfeccionó, y eso me hizo admirarlo aún más. El pueblo olía a pan recién horneado y hojas mojadas (había llovido un poco), y una vecina nos saludó desde la puerta de su casa. Almorzamos en un local pequeño de Epernay: plato principal, postre, una copa de Champagne (yo habría pedido dos) y un café fuerte que cortaba el burbujeo.
Avenue de Champagne se veía majestuosa, aunque con obras en marcha, con largas filas de mansiones que esconden bodegas bajo tierra. La última cata fue en otra bodega familiar; su perro nos siguió todo el rato, esperando alguna migaja del almuerzo. Para entonces ya no intentaba adivinar notas en cada sorbo, simplemente disfrutaba. Si estás pensando en una escapada desde Reims o París para probar Champagne donde realmente se hace… aún recuerdo esa vista sobre los viñedos cuando las nubes se abrieron un instante.
Puedes tomar un tren TGV desde París-Est hasta Reims o la estación Champagne-Ardenne; los trenes recomendados varían según el día de viaje.
La recogida está incluida los domingos en ciertos meses si llegas en tren; de lo contrario, el punto de encuentro es la Oficina de Turismo de Reims, cerca de la estación.
El tour incluye siete catas repartidas en dos bodegas familiares.
Sí, el almuerzo está incluido en un restaurante local con plato principal, postre, una copa de Champagne y café.
Por favor, indica cualquier requerimiento dietético al reservar para que puedan adaptarlo durante el almuerzo.
El grupo es pequeño, con un máximo de 8 personas por reserva para una experiencia más personal.
El tour se realiza casi todo el año, aunque Avenue de Champagne no está accesible de mediados de julio a finales de agosto por obras.
Sí, es apto para todos; solo hay que caminar un poco por pueblos y bodegas.
Tu día incluye transporte en minivan con aire acondicionado y conductor-guía profesional desde Reims (recogida disponible domingos en fechas específicas), visitas guiadas y catas en dos bodegas familiares (siete copas en total), paradas para ver Reims y Hautvillers incluyendo la tumba de Dom Perignon, paseos por Avenue de Champagne en Epernay (excepto en verano por obras), y almuerzo en restaurante local con plato principal, postre, una copa de Champagne y café antes de regresar por la tarde.
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