Descubre los auténticos sabores cubanos en este tour gastronómico por Little Havana: desde sorbos de café Cubano hasta empanadas frescas y mojitos de ron, con historias contadas por tu guía local. Observa cómo enrollan puros a mano y recorre calles llenas de música y risas. No es solo un almuerzo, es sentirte parte del barrio por una tarde.
Aquel amanecer al poner un pie en la Calle Ocho sentí una mezcla rara de emoción y timidez, como si estuviera entrando en una fiesta familiar ajena. Lo primero que me impactó fueron los colores: casas pastel, gallos pintados, viejos con guayaberas impecables saludándose como si se conocieran de toda la vida. Nuestra guía, Ana, nos arrancó con un pequeño café Cubano en un lugar que juraba “solo los locales conocen”. No exageraba: el espresso era tan intenso que me hizo cosquillas en las manos. Vi a los habituales mojando pastelitos espolvoreados de azúcar y me di cuenta de que ya había perdido la noción del tiempo.
Pasamos junto a las mesas de dominó en el Parque Máximo Gómez, donde los jugadores apenas levantaban la vista, salvo uno que guiñó el ojo cuando Ana explicó las reglas (aún no las entiendo). La música estaba en todas partes. Salsa saliendo por puertas abiertas, alguien tarareando detrás de un mostrador. En la parada de la fábrica de puros, el aroma a tabaco era denso y terroso, casi dulce. Los trabajadores se movían con un ritmo pausado que me invitaba a quedarme escuchándolos hablar (mayormente en español, solo captaba una palabra de cada cinco). Ana intentó enseñarnos a decir “torcedor” para el que enrolla puros. Li se rió cuando lo dije en mandarín, seguro lo destrocé.
La comida llegó en oleadas: empanadas tan hojaldradas que se deshacían en mis manos, plátanos fritos que sabían a caramelo si cerrabas los ojos. La parada del mojito fue bulliciosa y pegajosa de calor; la hierbabuena machacada justo frente a nosotros, el ron servido generoso. No esperaba sentirme tan lleno ni tan... ¿en casa? Aunque no soy cubano ni de Miami ni nada parecido. Quizá fueron las historias de Ana sobre su abuela que llegó en los 60 o simplemente que todos parecían conocerse por su nombre. Cuando llegamos a Rooster Alley para las fotos (sí, hay gallos pintados por todas partes), ya estaba planeando volver con amigos.
El recorrido incluye varias paradas en la Calle Ocho con degustaciones que equivalen a un almuerzo completo.
Sí, todas las zonas y superficies son accesibles para sillas de ruedas.
Sí, hay opciones vegetarianas y se pueden adaptar la mayoría de restricciones alimentarias.
Sí, incluye mojito de ron, café cubano, jugo tropical fresco y agua.
Visitarás la fábrica de puros Havana Classic, el Monumento Cubano, el Parque Máximo Gómez y Rooster Alley.
No, no incluye recogida; el encuentro es directamente en Little Havana.
Sí, los bebés pueden unirse; se aceptan cochecitos y pueden sentarse en el regazo de un adulto si es necesario.
Tu día incluye cinco paradas con degustaciones que suman un almuerzo completo; visitas a restaurantes familiares; entrada a la fábrica de puros Havana Classic; tiempo en el Parque de Dominó y Rooster Alley; además de un mojito de ron, café cubano, jugo tropical fresco y agua—todo guiado por alguien que conoce estas calles como la palma de su mano.
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