Camina bajo el antiguo acueducto de Segovia, sube a las torres del castillo para vistas increíbles, recorre con las manos los muros de piedra de Ávila y comparte risas durante un almuerzo con otros viajeros. Con guía local en cada paso y transporte incluido, vivirás un día lleno de historias y sorpresas.
Lo primero que me llamó la atención fue el sonido: las ruedas del autobús crujiendo sobre los adoquines mientras llegábamos a Segovia. Aún era temprano, y una ligera niebla envolvía el acueducto romano. Nuestra guía, Marta, nos hizo señas para acercarnos y señaló esas enormes piedras apiladas sin mortero. Contó que la gente del lugar solía decir que el diablo lo construyó de la noche a la mañana. Intenté imaginarlo mientras las palomas se movían en las cornisas sobre nosotros. El aire olía a pan recién horneado y algo dulce, ¿quizás churros?
Dentro del Alcázar de Segovia todo se sentía fresco y lleno de ecos. La piedra bajo mi mano estaba fría, casi húmeda. Marta nos explicó cómo este castillo protegió a reyes y prisioneros por igual, y tenía esa manera de contar la historia como si fuera un chisme en lugar de datos secos. Subimos por una estrecha escalera de caracol (mis rodillas protestaron), pero la vista desde arriba —ríos serpenteando entre acantilados y tejados rojos abajo— sigue grabada en mi memoria, especialmente cuando el viento me golpeó la cara y solo se escuchaban campanas lejanas.
Después llegó Ávila, rodeada por sus gruesas murallas medievales. Caminamos por callejuelas estrechas donde las señoras mayores saludaban desde sus puertas. Intenté decir “gracias” con su acento; una mujer sonrió como si hubiera oído peores intentos antes. La comida fue en un rincón escondido —si eliges la opción mejorada— y mi tenedor dejó caer una loncha de jamón ibérico en mi falda (nadie se dio cuenta excepto yo). Más tarde, en Toledo, el grupo se dividió un rato; unos entraron a la catedral con la guía para escuchar historias de santos y espadas, otros se perdieron por callejones buscando mazapán con forma de fruta pequeña.
No esperaba sentirme tan cansado pero a la vez feliz al final del día —tres ciudades en una sola jornada es mucho para absorber. Pero hay algo especial en ver tantas capas de España en pocas horas: piedras romanas, sombras de fortalezas, la luz filtrándose en los vitrales de Toledo. En el camino de regreso a Madrid no dejaba de pensar en ese acueducto al amanecer —y en cómo Marta se rió cuando alguien le preguntó si ella misma alguna vez se había perdido en estas ciudades.
La excursión dura unas 11 horas, incluyendo los traslados entre ciudades.
La comida en un restaurante local está incluida si eliges la opción mejorada al reservar.
La entrada a la Catedral de Toledo está incluida si seleccionas la opción mejorada; de lo contrario no está incluida en la tarifa estándar.
El tour se realiza en inglés y español con guías profesionales.
No hay recogida en hoteles; el punto de encuentro es en una ubicación céntrica en Madrid que te indicarán tras reservar.
El autobús lleva hasta 30 personas por guía; las visitas a pie se hacen en grupos más pequeños de hasta 25 personas por guía.
No; hay escaleras y subidas empinadas en cada ciudad que pueden dificultar la visita a quienes tengan movilidad limitada.
Sí; los niños menores de 3 años viajan gratis pero deben ir acompañados por un adulto.
Tu día incluye transporte cómodo en autobús con aire acondicionado entre Madrid, Segovia, Ávila y Toledo; visitas guiadas a pie con guías bilingües; entradas a monumentos clave como la Catedral de Toledo (si eliges la opción mejorada); y una comida tradicional ibérica opcional en un restaurante local antes de regresar juntos a Madrid.
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