Vive cómo Gran Canaria cambia bajo tus pies — desde los antiguos molinos de agua de Firgas hasta los húmedos bosques de laurisilva que despiertan todos tus sentidos. Prueba quesos orgánicos en una finca ecológica y termina con el agua salada en las piscinas volcánicas de El Puertillo. Si buscas un día que se quede contigo, este es el plan.
“Te vas a mojar los pies,” nos advirtió el guía con una sonrisa justo al bajarnos en Firgas — y no bromeaba. Este pueblo vive del agua; la escuchas por todas partes, corriendo por esos antiguos canales de piedra. Paseamos junto al molino de gofio (que aún no sé pronunciar bien), y nos quedamos un momento mirando el Atlántico brillar a lo lejos, con el sol asomando entre las nubes de la mañana. Todo era más tranquilo de lo que esperaba — solo locales charlando con su café y el murmullo del agua detrás de nosotros.
La caminata por el Barranco de Azuaje empezó suave pero pronto se volvió salvaje. Laurus nobilis sobre nuestras cabezas, piedras resbaladizas bajo los pies, ese olor a tierra mojada tras la lluvia de la noche anterior. El guía se detuvo para mostrarnos una flor amarilla diminuta — endémica, nos dijo — y traté de recordar su nombre, pero lo dejé pasar. En un tramo cruzamos un arroyo descalzos porque mis zapatillas “impermeables” fallaron temprano (trae calcetines extra). Allí abajo hay unas ruinas de un antiguo balneario, medio engullidas por musgo y raíces. Todos nos quedamos en silencio un rato; solo se oían los pájaros y nuestra respiración rebotando en las paredes del barranco.
La comida en la Ecofinca Ventana Verde fue toda una sorpresa. Nunca había probado un queso tan fresco ni tomates tan dulces — quizá era la sensación de estar al aire libre después de la caminata, pero todo parecía más intenso. El agricultor nos explicó con orgullo su sistema de compostaje, y era imposible no contagiarse de su entusiasmo. Alguien preguntó por las cabras y de repente todos nos reímos con la idea del yoga con cabras (que, por cierto, aquí aún no existe… pero quién sabe).
Cuando llegamos a El Puertillo, las piernas ya me pesaban, pero ver esas piscinas volcánicas me hizo olvidarlo todo. Los locales flotaban en el agua cristalina mientras los niños corrían por la arena negra. Al principio dudé en meterme (¡qué frío!), pero no me arrepentí ni un segundo. Esa mezcla de sal en la piel y sol en la cara — a veces vuelvo a ese momento cuando necesito frenar y respirar.
La ruta es fácil a moderada, unos 3 km con caminos irregulares, pendientes suaves, cruces de arroyos, tramos estrechos y zonas rocosas.
El tour ofrece transporte gratuito en vehículo con aire acondicionado, pero no especifica recogida en hotel; consulta con el operador para detalles exactos.
Recomendamos ropa cómoda, calzado de senderismo (preferiblemente impermeable), mochila, protector solar, algo de comida ligera, al menos 1,5L de agua, chubasquero, bañador con toalla y ropa seca para después del baño.
Sí, disfrutarás de una degustación de productos locales en la Ecofinca Ventana Verde con frutas frescas y queso artesanal.
No hay baños en la ruta; las instalaciones están disponibles en Firgas, en la Ecofinca Ventana Verde y en El Puertillo.
La edad mínima recomendada es 5 años; los menores de 18 deben ir acompañados por un adulto y solo hay 4 plazas para niños por tour.
Sí, al final del recorrido hay tiempo para bañarse en las piscinas naturales de roca volcánica en El Puertillo.
El grupo se limita a 20 personas para mantener un ambiente dinámico y cercano.
Tu día incluye guía profesional certificado por el norte de Gran Canaria, transporte en vehículo con aire acondicionado entre paradas como Firgas y la caminata por el Barranco de Azuaje (unas dos horas andando), degustación de productos locales en una finca ecológica con frutas frescas y quesos para un almuerzo informal, además de tiempo para relajarte o nadar en las piscinas volcánicas de El Puertillo antes de regresar — también se incluyen fotos tomadas por tu guía.
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