Recorre carriles bici seguros por Bilbao con un guía local—pasa junto al Guggenheim, disfruta de parques verdes y prueba queso en La Ribera. Siente cómo cambia la ciudad, del tranquilo río a las plazas animadas. Este tour es más que turismo: es una experiencia que te conecta con el Bilbao de verdad y se queda contigo mucho después de aparcar la bici.
“¿No eres de aquí, verdad?” Así me preguntó Jon, nuestro guía, cuando intenté pronunciar Zubizuri. Sonrió y nos hizo señas para cruzar el puente—curvas blancas contra un cielo gris, un poco resbaladizo por la lluvia de la noche anterior. Un aroma a café se colaba desde algún lugar abajo y el río brillaba con un tono metálico bajo la luz de la mañana. Nunca había montado una ebike, pero en pocos minutos me pareció muy fácil—como hacer trampa, aunque a nadie parecía importarle.
Paramos frente al Museo Guggenheim, con sus escamas de titanio y reflejos extraños. Jon nos señaló al “Puppy” (el perro gigante de flores) y a “Mama” (la araña), mucho más grandes de lo que imaginaba. Nos contó cómo el museo cambió Bilbao por completo—de repente, la gente quería venir aquí después de su apertura. El viento se levantó y una bufanda voló directo a mi cara; nos reímos largo rato. Aún recuerdo esa vista—el museo brillando junto al río, locales corriendo como si fuera un martes cualquiera.
Tras cruzar la Plaza Euskadi (Jon llamó a la Torre Iberdrola ‘el palillo de dientes de Bilbao’), llegamos al Parque Doña Casilda. El aire cambió de inmediato—hierba húmeda, castaños, familias paseando perros a pesar de que apenas era mediodía. Se sentía más tranquilo, como un respiro en medio de la ciudad. Luego retomamos las ebikes rumbo al Palacio Euskalduna y al Itsasmuseum Bilbao; Jon nos contó algo de la historia naval mientras un par de niños corrían y gritaban en euskera. No entendí mucho, pero su risa lo decía todo.
La última parte nos llevó frente al estadio del Athletic Club (rojo y blanco por todos lados), y luego bajamos hasta el Mercado de La Ribera, donde Jon insistió en que probáramos un trocito de queso Idiazabal—salado, ahumado, perfecto tras tanto pedalear. Ya tenía las piernas cansadas, pero sin dolor gracias al impulso de la ebike. Terminamos cerca del lugar donde empezó Bilbao; Jon señaló unas piedras antiguas y dijo algo sobre los orígenes que sonó casi poético, aunque yo solo pensaba en la comida que nos esperaba.
Es una experiencia de medio día que cubre los puntos más importantes del centro de Bilbao.
Sí, las ebikes son fáciles de manejar y la mayoría del recorrido es por carriles bici seguros, alejados del tráfico.
Sí, el casco y los asientos infantiles especializados están incluidos en la reserva.
Verás el Puente Zubizuri, el exterior del Museo Guggenheim, el Parque Doña Casilda, el Palacio Euskalduna, el Itsasmuseum Bilbao, el estadio del Athletic Club, el Ayuntamiento y el Mercado de La Ribera.
No, no se incluyen entradas; el tour se centra en los exteriores y en el contexto cultural que comparte el guía.
No se menciona recogida; hay opciones de transporte público cerca para llegar fácilmente al punto de inicio.
No se recomienda para personas con lesiones de columna o que midan menos de 140 cm.
No es obligatorio, pero se agradece si disfrutaste del servicio del guía; es una costumbre en el turismo de Bilbao.
Tu día incluye el uso de una bicicleta eléctrica con casco y candado para tu seguridad. Si necesitas, hay asientos infantiles especializados. Un guía local experto te acompañará y compartirá historias en cada parada—desde el atrevido Guggenheim hasta las degustaciones en La Ribera—todo por carriles bici dedicados en los barrios centrales de Bilbao.
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