Recorre en bici los caminos tranquilos de la Isla de la Seda cerca de Phnom Penh con un guía local, visitando talleres de tejido, huertos y casas familiares antes de compartir un almuerzo en un restaurante flotante sobre el Mekong. Pedaleo suave (unos 25–30 km), charlas auténticas con locales y momentos en los que Camboya se revela poco a poco.
Antes de terminar mi café, alguien me entrega un casco. Nuestro guía Vana sonríe y señala el tuk tuk que espera en la acera — dice algo sobre “escapar del calor de la ciudad” y, la verdad, tiene razón. Cruzamos el antiguo barrio francés de Phnom Penh (la oficina de correos amarilla sigue ahí, desgastada pero orgullosa) y luego abordamos un ferry que huele a barro del río y aceite de motor. El ruido de la ciudad desaparece en cuanto llegamos a Koh Dach — la Isla de la Seda. No esperaba tanta tranquilidad, solo pájaros y algún grito lejano de un huerto de mango al borde del camino.
El recorrido en bici es tan suave que casi no noto los kilómetros que pasan — unos 25 o 30 en total, pero es terreno plano y con sombra de plataneros. Vana se detiene de vez en cuando para señalar campos de hierba limón o huertos de papaya; en un momento pasamos junto a un grupo de niños jugando con una cometa casera, entre risas y hilos enredados. Cerca de un taller de tofu hay un aroma dulce en el aire — no es exactamente tofu ni pan. Nos llama para ver a mujeres tejiendo esteras de juncia con manos tan rápidas que no logro seguirlas. En otra casa, una señora mayor nos muestra cómo hilan los hilos de seda; me deja intentar torcerlos entre los dedos (fracaso total). Se ríe y dice algo en jemer — Vana traduce: “Piensa que tienes las manos suaves.”
El almuerzo es en un restaurante flotante sobre el Mekong. El suelo se mece suavemente mientras comemos pescado a la parrilla con lima y una sopa ácida que no logro pronunciar (Li se rió cuando intenté decirla en mandarín — seguro la destrocé). Una brisa fresca y verde llega del agua, como hojas de loto tras la lluvia. La charla va y viene entre inglés y jemer; alguien pregunta sobre el budismo aquí, y Vana explica las rutinas matutinas de los monjes. Parece que el tiempo se detiene un par de horas.
Después volvemos pedaleando hacia el ferry — las piernas ya sienten un poco el esfuerzo, pero sin dolor — pasando arrozales salpicados de garzas blancas. En el muelle nos espera la minivan, con las ventanas empañadas por el aire acondicionado. Todo se siente sencillo pero reconfortante; todavía recuerdo esa vista del río mientras Phnom Penh reaparece en el horizonte.
El recorrido en bici es de unos 25–30 km por terreno plano en Koh Dach (Isla de la Seda), más los trayectos en ferry desde y hacia Phnom Penh.
Sí, el almuerzo está incluido y se sirve en un restaurante flotante sobre el río Mekong durante el tour.
Visitarás huertos de frutas, campos de hierba limón, aldeas de esteras de juncia, talleres de seda, pagodas budistas y casas locales.
Sí, la recogida y regreso al hotel en Phnom Penh están incluidos en la reserva.
No; es apto para la mayoría de niveles físicos, ya que el terreno es plano y el ritmo es tranquilo.
Sí, se pueden solicitar comidas vegetarianas al hacer la reserva.
Se proporcionan bicicletas de montaña Cannondale con casco para todos los participantes.
Un guía local que habla inglés acompaña al grupo durante todo el recorrido.
Tu día incluye recogida en hotel en Phnom Penh en tuk tuk o minivan según tamaño del grupo, cruces en ferry por el río Mekong hasta la Isla de la Seda (Koh Dach), uso de bicicletas de montaña Cannondale con cascos, guía local de habla inglesa durante el recorrido por huertos y aldeas tejedoras, acceso a talleres, almuerzo camboyano en restaurante flotante y regreso en vehículo a tu hotel en la ciudad.
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