Recorre Bruges probando patatas fritas en la Plaza del Mercado, waffles cerca de la Plaza Burg, caramelos locales secretos y trufas de chocolate hechas a mano. El día termina con una cerveza fresca en una cervecería acogedora, mientras tu guía te cuenta historias que unen todo.
¿Has sentido alguna vez que al entrar en la Plaza del Mercado de Bruges todo huele a patatas fritas y azúcar? Así empezó esta ruta gastronómica para mí. Nuestro guía, Jasper, con una sonrisa contagiosa, nos dio un cucurucho de papel lleno de patatas recién hechas de uno de esos puestos verdes. Nos explicó que lo de “papas a la francesa” es un malentendido (le creí, parecía realmente molesto). Las patatas estaban calientes y crujientes, y juraría que la mayonesa tenía un sabor distinto aquí, ¿quizás el aire frío mezclado con la sal? Difícil de decir.
Recorrimos calles estrechas rumbo a la Plaza Burg, pasando ciclistas que parecían nunca tener prisa. En un momento, Jasper paró en medio de una frase para saludar a una señora mayor que vendía encajes. Luego llegaron los waffles, más gruesos de lo que esperaba, casi masticables, con un borde caramelizado. Nos contó que existen desde la Edad Media. Intenté repetir la palabra flamenca para waffle y la lié; Jasper se rió pero no me corrigió (bendito sea).
En algún punto nos metimos en una tiendecita sin cartel, solo el olor a azúcar quemada nos guió, y probamos un caramelo que, según los locales, es un secreto bien guardado. Se me pegó a los dientes, pero de la mejor manera. Y luego el chocolate: auténticas trufas de Bruges, suaves por dentro y nada empalagosas. Aún recuerdo esa primera mordida y cómo todos nos quedamos en silencio por un momento.
El tour terminó en la cervecería Bourgogne des Flandres, donde hacía calor y se olía un leve aroma a levadura y madera. Probamos su cerveza principal mientras Jasper nos contaba el proceso de elaboración (se notaba que le apasionaba). Hubo un instante en que la luz del sol iluminó justo los tanques de cobre y, por alguna razón, parecía que nos conociéramos de toda la vida, no solo dos horas. Así que sí, si tienes hambre en Bruges —o aunque no— seguro que después de este tour verás la comida con otros ojos.
Sí, incluye snacks como patatas fritas, waffles, caramelos, trufas de chocolate y cerveza.
El tour empieza en la Plaza del Mercado, en el centro de Bruges.
Sí, termina con una cata en la cervecería Bourgogne des Flandres.
Sí, todas las zonas y superficies son accesibles para sillas de ruedas.
Sí, bebés y niños pequeños pueden participar en cochecito o silla de paseo.
El tour se basa en propinas, por lo que se recomienda llevar efectivo si quieres agradecer al guía.
No hay duración exacta, pero suele durar entre 2 y 3 horas según las paradas y degustaciones.
No se especifica idioma principal, pero los guías son expertos locales con gran conocimiento de la cultura belga.
Tu día incluye generosas degustaciones de patatas fritas belgas en la Plaza del Mercado, waffles frescos cerca de la Plaza Burg, caramelos artesanales únicos, trufas de chocolate hechas a mano por chocolateros de Bruges y una visita a una cervecería con cata de cerveza, todo guiado por un experto local que comparte historias detrás de cada sabor.
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