Viajarás desde Adelaide por colinas onduladas hasta McLaren Vale para catar vinos en dos bodegas, con historias locales en el camino. Luego volverás pasando por Glenelg para un paseo al atardecer junto al Golfo de San Vicente antes de regresar a tu hotel. Prepárate para buen vino, compañía relajada y momentos que se quedan más tiempo del que imaginas.
La furgoneta ya estaba en marcha cuando subí—alguien había traído café con aroma a caramelo quemado, y nuestro guía, Mark, soltaba bromas sobre el tráfico de Adelaide. Salimos rápido de la ciudad, con las ventanas bajadas para respirar ese primer aire de eucalipto y polvo mientras subíamos a las colinas de Onkaparinga. En un momento Mark frenó y señaló unos canguros pastando al borde del camino—la verdad casi no los vi porque estaba intentando avistar koalas entre los eucaliptos. No hubo suerte. Las colinas pasaban doradas y verdes, y parecía que el tiempo se estiraba un poco.
McLaren Vale es más tranquilo de lo que esperaba. Nuestra primera parada fue en Chapel Hill Winery—paredes de piedra enormes, fresco adentro aunque afuera hacía calor. La chica que servía las catas (creo que se llamaba Tessa) nos contó sobre los distintos tipos de suelo de la zona. No soy experto en vinos, pero en su Shiraz se sentía un toque terroso—quizá solo era mi imaginación. Alguien del grupo compró una tabla de quesos en Haselgrove Wines (no incluida, pero se veía irresistible), y terminamos compartiendo bocados entre sorbos. Hay una calidez en Australia del Sur que te hace sentir menos turista por un rato.
El regreso fue por la costa—ventanas abiertas otra vez, el aire salado mezclado con el sabor del vino aún en mi boca. Paramos en Glenelg justo cuando la luz se volvía dorada sobre el Golfo de San Vicente. Algunos se fueron a caminar por el muelle; yo me quedé descalzo en la arena un rato, escuchando a las gaviotas pelear por unas papas fritas. Aquí puedes bajarte y tomar el tranvía de vuelta a Adelaide si quieres más tiempo en la playa, o seguir con el grupo para que te lleven al hotel. De cualquier forma, es difícil no sentirse más liviano después de una tarde así.
Es un tour de medio día por la tarde que sale desde Adelaide.
Sí, las catas en Chapel Hill Winery y Haselgrove Wines están incluidas.
Sí, al final del tour te dejan en el hotel.
En Haselgrove Wines puedes comprar una tabla de quesos si está disponible.
Es posible que veas canguros o koalas mientras recorres las colinas de Onkaparinga.
El grupo es pequeño, con un máximo de 20 personas.
Sí, puedes quedarte en Glenelg y regresar a Adelaide en tranvía por tu cuenta.
El tour es apto para todos los niveles físicos; los bebés deben ir en el regazo de un adulto.
Tu tarde incluye transporte desde Adelaide con un guía local experto, catas guiadas en dos bodegas de McLaren Vale (Chapel Hill y Haselgrove), y tiempo para pasear por la playa de Glenelg antes de volver al hotel en furgoneta o tranvía—solo lleva algo extra si quieres picar algo en el camino.
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