Recorré Purmamarca de noche con un guía local, escuchando relatos sobre creencias andinas y tradiciones ancestrales mientras pasás por la capilla y el cementerio. Viví momentos sensoriales: el aire frío, sonidos lejanos y charlas sinceras sobre cómo el catolicismo se mezcla con rituales antiguos. Un tour en grupo pequeño que te conecta de verdad con este lugar.
“Si prestás atención, vas a escuchar cómo respira la Pachamama,” nos dijo Aníbal, nuestro guía, justo cuando dejamos atrás la última farola en Purmamarca. Al principio pensé que bromeaba, pero el silencio allá afuera realmente se sentía vivo, como si el viento trajera secretos antiguos. Empezamos cerca de esa capillita blanca que todos fotografían de día, y Aníbal nos contó que este valle lleva habitado más de 10.000 años. Señaló los cerros y habló de cómo el español se mezcla con el quechua, y cómo santos católicos conviven con espíritus ancestrales. Traté de repetir “Apacheta” en voz baja y Li se rió cuando lo dije mal. El aire olía a polvo y eucalipto; hacía más frío de lo que esperaba para marzo en Argentina.
Caminamos unos 800 metros más allá del cementerio —Aníbal dijo que ahí la gente todavía deja ofrendas para sus ancestros, tal como hacían sus abuelos. No hubo ceremonias ni nada especial esta noche, solo relatos y un respeto silencioso. Nos explicó que el Carnaval aquí no es solo fiesta; aparece una figura llamada El Diablo (no es lo que imaginás, es más un pícaro que un demonio). A veces me encontraba mirando al cielo, aunque Aníbal aclaró que no era un tour de astronomía. Es difícil no hacerlo cuando te rodea tanta oscuridad y esos cerros tan afilados. Mis zapatos crujían sobre la grava y una vez vibró un celular, pero por lo demás éramos solo nosotros y la noche.
No esperaba sentirme tan conectado con gente que nunca conocí, y que vivió hace siglos. Había algo muy fuerte en escuchar cómo los locales mezclan oraciones católicas con rituales a la Pachamama, o cómo construyen esas torres de piedra (apachetas) para atraer buena suerte antes de un viaje. La vuelta se me hizo más corta; tal vez porque estábamos más callados, pensando en los ancestros o tal vez por el frío, no sé bien. Pero sí, a veces todavía recuerdo ese silencio.
El recorrido es de unos 800 metros fuera del pueblo y dura aproximadamente una hora.
No, no se menciona traslado; los participantes se reúnen en el punto de inicio en el pueblo.
Se escuchan historias sobre creencias andinas, celebraciones a los ancestros, tradiciones del Carnaval como El Diablo y cómo se mezcla la fe católica con la cultura local.
No, no se recomienda para niños, bebés ni personas con problemas de movilidad por el terreno irregular y la distancia a caminar.
No, no hay ceremonias ni rituales con fuego; el enfoque está en contar historias y la interpretación cultural.
No, no se incluye charla sobre astronomía; el foco está en las creencias culturales.
Los grupos son pequeños para brindar una experiencia más personal.
Sí, se permiten animales de servicio durante el tour.
Tu noche incluye un paseo guiado en grupo pequeño desde el centro de Purmamarca hacia las tranquilas afueras bajo los cerros, con relatos personales de tu guía local sobre creencias andinas y tradiciones ancestrales mientras pasás por lugares históricos como la capilla y el cementerio, para luego regresar juntos al pueblo.
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