Vas de pasajero con guías mujeres por el laberinto de callejones de Hanoi y el puente Long Bien, exploras la vegetación de la Isla Banana, haces una pausa junto a reliquias de guerra en el lago Huu Tiep y terminas con un almuerzo local de bun cha y café de huevo — todo sintiéndote parte de la vida cotidiana de la ciudad.
“Espera, ¿segura que no me voy a caer?” le pregunté a Linh mientras me pasaba el casco frente a mi hotel en el Barrio Antiguo de Hanoi. Ella sonrió y me dio una palmada en el respaldo de la moto — la verdad, se sentía como hundirse en una butaca cómoda. La ciudad ya vibraba a las 9 de la mañana, con motos por todos lados, pero de alguna manera nuestro grupo se acopló al ritmo sin problema. Linh señaló la Ópera mientras pasábamos rápido (“¡Esa la construyeron los franceses!”), y luego nos metió por callejones tan estrechos que mis rodillas rozaban las paredes amarillas desgastadas. De vez en cuando olía a algo frito — ¿ajo? ¿salsa de pescado? Difícil decir, pero me abrió el apetito al instante.
Paramos en el puente Long Bien, que se extiende sobre el río Rojo como una columna oxidada — tiene más de cien años, dijo Linh, y aún soporta trenes y motos todos los días. Allí, con el viento del agua y los plátanos que se amontonaban en las orillas, se sentía una calma especial. En un momento, un señor mayor pasó en bicicleta con una cesta llena de lichis y nos saludó con un gesto rápido — no era un saludo formal, solo estaba ocupado. Luego seguimos hacia la Isla Banana (ni sabía que Hanoi tenía campo así). El aire cambió; de repente olía a verde y tierra mojada, casi dulce entre tantos guayabos.
Cerca del lago Huu Tiep nos quedamos en silencio un rato — ahí aún se ve parte de un bombardero B-52 hundido desde hace décadas. Es curioso lo tranquilo que se siente ahora. Linh nos contó que su abuela vivía cerca durante la guerra; su voz se volvió más suave al recordarlo. Después volvimos a las motos, bordeando el lago Oeste donde parejas pescaban o simplemente colgaban los pies sobre el muro. La brisa se sentía más fresca aquí — o quizás ya me estaba acostumbrando a rodar en moto por el tráfico de Hanoi.
La última parada fue para almorzar en un lugar escondido detrás de otro callejón (jamás lo habría encontrado solo). Probamos bun cha con ese sabor ahumado y dulce a la vez, y luego Linh nos insistió en probar el café de huevo — espeso y cremoso con una espuma parecida a un flan encima. Se rió cuando intenté decir “cà phê trứng” en vietnamita; seguro lo dije mal, pero a nadie le importó. La verdad, a veces todavía pienso en ese primer sorbo cuando el café normal me parece aburrido.
Sí, recogemos en hoteles del Barrio Antiguo o puedes encontrarte con el grupo en la Ópera.
Principalmente mujeres conductoras que son guías locales capacitadas.
Incluye un almuerzo auténtico local (como bun cha) y café de huevo vietnamita o postre de mango/caramelo.
No, no hace falta; vas como pasajero con conductores expertos.
Sí, pasarás por el famoso barrio de la calle del tren durante el recorrido.
Sí, se entregan cascos de alta calidad con visera para todos.
No se especifica el tiempo exacto, pero es medio día explorando barrios y zonas rurales alrededor de Hanoi.
Tu día incluye recogida en hotel céntrico o encuentro en la Ópera, viaje como pasajero en cómodas motos Honda conducidas por guías principalmente mujeres (¡con respaldo!), agua embotellada, entradas a los sitios visitados, almuerzo auténtico y café de huevo o postre local antes de regresar a la ciudad.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?