Verás lo mejor de Montevideo—desde la historia del fútbol hasta atardeceres junto al río—y terminarás el día con comida uruguaya y tango en vivo en El Milongón. Es una forma sencilla de vivir la ciudad y su cultura local sin preocuparte por la logística.
Lo primero que me impactó fue la brisa salada del Río de la Plata mientras avanzábamos por la Rambla. Nuestro guía—Martín, un local que parecía conocer cada atajo—señaló a viejos pescadores lanzando sus líneas cerca de la Playa Pocitos. Comenzamos en el Museo del Fútbol dentro del Estadio Centenario. Si te apasiona la historia del fútbol (o simplemente quieres ver dónde Uruguay ganó la primera Copa del Mundo), es un verdadero deleite. El lugar huele ligeramente a cuero viejo y césped; casi puedes escuchar los ecos de las ovaciones de multitudes de décadas atrás.
Recorrimos la Avenida 18 de Julio, siempre llena de vida con colectivos y vendedores ambulantes ofreciendo tortas fritas después del horario laboral. La Plaza Independencia se sentía majestuosa pero sin ser abrumadora—gente local charlando en los bancos, palomas por doquier. Martín nos llevó bajo tierra para visitar el Mausoleo de Artigas; allí abajo es fresco y silencioso, un contraste real con el bullicio de la plaza arriba.
Caminando por la Ciudad Vieja en la calle peatonal Sarandí, noté cómo los edificios antiguos se inclinan unos hacia otros. Hay un hombre que vende postales pintadas a mano justo afuera del Café Brasilero—no pude resistirme a comprar una. La Catedral se alza imponente en la Plaza Matriz, con sus puertas abiertas de par en par y velas parpadeando en su interior.
Nos dirigimos al Parque Rodó justo cuando el sol comenzaba a caer sobre el agua. La gente trotaba o tomaba mate en los bancos. Hay una exposición fotográfica al aire libre junto al lago—vale la pena si te gusta la fotografía callejera. Me tomé un cortado rápido en el café La Cigale antes de sacar fotos junto al gran cartel de Montevideo (sí, es turístico pero divertido).
El viaje hacia Carrasco mostró otra faceta de Montevideo—calles arboladas y grandes casas antiguas de cuando esta era una zona de veraneo para familias adineradas. El Hotel Carrasco parece sacado de otra época, con columnas de mármol y palmeras meciéndose con la brisa.
La noche ya había caído cuando llegamos a El Milongón para la cena y el espectáculo. El lugar vibra con energía—los camareros se entrelazan entre las mesas con platos de asado y copas que nunca permanecen vacías por mucho tiempo. La música arrancó con tambores de candombe que se sienten en el pecho antes de que los bailarines entraran con números de tango y milonga. Es animado, a veces ruidoso, pero siempre auténtico—no un acto pulido para turistas.
Sí, el transporte privado de regreso a tu alojamiento está incluido tras la cena y el espectáculo.
Sí, las bebidas gratuitas están incluidas con tu cena de tres platos en El Milongón.
¡Por supuesto! Los bebés pueden participar; los cochecitos están permitidos y hay asientos para bebés disponibles si los necesitas.
Las caminatas son suaves y mayormente planas; es apto para todos los niveles de condición física.
Tu excursión incluye transporte privado por todo Montevideo, entradas al Museo del Fútbol, además de una cena completa con bebidas en El Milongón—con recogida y regreso al hotel para que no tengas que preocuparte por cómo moverte.
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