Camina por calles milenarias en Éfeso, visita lugares sagrados como la Casa de la Virgen María, explora mosaicos ocultos en las Casas en Terraza y escucha historias que solo los locales conocen, todo a tu ritmo con guía y conductor privados.
Empezamos temprano, justo cuando la neblina matutina se disipaba sobre Izmir. Nuestro conductor llegó puntual, sin prisas ni esperas. El camino a Selcuk está bordeado de olivares y algún que otro puesto vendiendo higos. Ya antes de ver una sola ruina, se siente que la historia está muy cerca.
La Casa de la Virgen María se encuentra en silencio en una colina sobre Éfeso. Se percibe un leve aroma a incienso, y la gente deja pequeñas notas en el muro de los deseos afuera. Nuestro guía nos contó que tanto cristianos como musulmanes vienen aquí, algo que no sabía antes. El lugar es tranquilo, casi en silencio, salvo por los pájaros que vuelan entre los árboles.
Éfeso es otra historia. Al pasar junto a la Biblioteca de Celso, casi puedes oír voces resonando entre esas columnas de mármol. Las Casas en Terraza están escondidas dentro; nuestro guía nos hizo fijarnos en los suelos de mosaicos, algunos con piezas tan pequeñas que pasarían desapercibidas si no prestas atención. Al mediodía el aire se calienta, pero siempre hay sombra cerca de los viejos muros de piedra.
Almorzamos en un pequeño local del pueblo —no recuerdo el nombre— donde sirvieron gözleme recién hecho y té turco fuerte en vasos con forma de tulipán. Luego, paramos en lo que queda del Templo de Artemisa. Solo queda una columna en pie, rodeada de flores silvestres y cigüeñas que anidan en primavera. Difícil imaginarlo como una de las Siete Maravillas hasta que ves lo ancho que es su base.
La Cueva de los Siete Durmientes no está lejos —nuestro guía nos contó la historia de siete jóvenes que durmieron siglos para escapar de la persecución. Dentro hace fresco, con un leve olor a tierra y silencio, solo roto por el crujir de nuestras pisadas sobre la grava.
La última parada fue la mezquita Isa Bey, una mezquita en funcionamiento desde 1375 con tallados en piedra y un patio abierto donde los locales se reúnen al atardecer. Nos quedamos un rato antes de regresar a Izmir mientras el crepúsculo caía sobre los campos.
¡Sí! El recorrido avanza a tu ritmo y es apto para todos los niveles físicos. Hay caminos irregulares en Éfeso, pero nada difícil si vas con calma.
Por supuesto —tienes guía y conductor solo para ti, así que puedes ajustar tiempos o saltarte paradas para dedicar más tiempo donde prefieras.
Lo mejor son zapatos cómodos; lleva agua y quizá un sombrero para protegerte del sol (hace calor al mediodía). Para entrar a la mezquita se recomienda ropa modesta.
Van privado con conductor y guía oficial; recogida y regreso al hotel; entradas a todos los sitios principales; total flexibilidad para marcar tu propio ritmo durante el día.
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