Recorre la Medina de Túnez con un guía local, prueba el clásico brik en La Goulette junto al mar, contempla las ruinas de Cartago frente al agua azul y pasea por las calles de Sidi Bou Said mientras el sol se despide. Momentos que se quedan para siempre.
Aún recuerdo cuando me agaché para pasar bajo ese arco bajo en la Medina de Túnez — eran poco más de las 9 de la mañana y ya el aire estaba impregnado con el aroma del pan recién horneado y una especia que no lograba identificar. Nuestro guía, Sami, se detenía a saludar a los tenderos (parecía que todos lo conocían) y señalaba unos azulejos con detalles increíbles en una puerta. Intenté sacar una foto, pero no lograba captar ni los colores ni la sensación del frío de la piedra cuando me apoyé un instante. En los zocos se siente un murmullo constante — no es ruido, sino vida.
Después de perdernos por las calles antiguas, nos dirigimos hacia La Goulette. Apenas abrimos la puerta del coche nos recibió la brisa marina — salada y con un toque dulce, ¿quizás? Las terrazas de los cafés se extendían por la acera y se escuchaban risas entre sorbos de té de menta en vasos diminutos. Sami eligió el restaurante para el almuerzo y pidió por nosotros en un árabe rapidísimo (alcancé a entender “brik” y “cuscús”, nada más). El brik estaba tan caliente que casi se me cae, pero valió la pena — crujiente por fuera y con el huevo suave por dentro. Es curioso cómo la comida se queda en la memoria más que los datos históricos.
Luego llegó el turno de Cartago. En la escuela lees sobre historia, pero estar junto a esas columnas caídas con el Mediterráneo de fondo es otra cosa. Sami contó historias de Dido y Aníbal — mitad leyenda, mitad realidad. El sol reflejaba fuerte en el mármol y tuve que entrecerrar los ojos varias veces. Terminamos en Sidi Bou Said justo cuando la luz de la tarde doraba todo. Puertas azules por todas partes, gatos durmiendo en las escaleras, adolescentes tocando música cerca de un mirador. Intenté pronunciar “Sidi Bou Said” bien; Sami se rió — parece que mi acento no tiene remedio.
Al atardecer, los pies me dolían pero no quería irme aún. Hay algo especial en ver tantos lugares en un solo día — piedras antiguas, mercados llenos de vida, aire del mar — que hace que Túnez se sienta mucho más grande de lo que imaginas. Incluso ahora, si cierro los ojos, puedo oír esa primera mañana en la Medina.
El tour es de día completo e incluye las cuatro paradas principales más el almuerzo.
Sí, el transporte ida y vuelta desde tu hotel está incluido.
El recorrido abarca la Medina de Túnez, el barrio de La Goulette, el sitio arqueológico de Cartago y el pueblo de Sidi Bou Said.
Sí, la entrada a las ruinas de Cartago está incluida en la reserva.
El almuerzo en un restaurante local está incluido en el tour.
Pueden unirse bebés y niños pequeños; se permiten cochecitos y hay asientos para bebés disponibles.
El tour es adecuado para todos los niveles de movilidad; hay opciones de transporte público cercanas si es necesario.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel en vehículo con aire acondicionado, agua embotellada durante todo el recorrido, entradas a las ruinas de Cartago y todos los sitios visitados, además de un almuerzo tradicional en un restaurante local antes de volver a tu hotel en Túnez.
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