Te acercarás a los elefantes en Tarangire, descenderás al cráter salvaje de Ngorongoro para ver grandes animales y terminarás con la avifauna del Lago Manyara, todo mientras acampas bajo el cielo africano con un grupo pequeño y guías locales que conocen estos parques al detalle.
El polvo se levantaba tras nuestro jeep al salir de Arusha justo después del amanecer; hay algo en el aire de la mañana que te despierta al instante. Nuestro guía, Joseph, tenía un don para ver animales antes que nadie. A media mañana llegamos al Parque Nacional Tarangire. Los elefantes paseaban tan cerca que podías ver el barro seco en su piel tras la lluvia de la noche anterior. Almorzamos bajo la sombra de una acacia mientras los monos vervet nos miraban con ganas (no dejes tu comida desatendida, ¡son rapidísimos!). Al caer el sol montamos el campamento cerca. La noche se llenó de los aullidos lejanos de hienas y el aroma a humo de leña que salía del fuego de nuestro cocinero.
El día siguiente empezó temprano—el Cráter Ngorongoro no espera a nadie. El descenso es empinado y un poco movido; apreté la cámara mientras bajábamos en zigzag. En el fondo parecía otro mundo: leones descansando en la hierba, hipopótamos revolcándose en charcos de barro y flamencos que pintaban de rosa la orilla del lago. Joseph nos contó historias sobre las tradiciones masái y señalaba huellas en el polvo—parecía conocer cada rincón. El almuerzo fue sencillo, pero después de tanta emoción y aire fresco supo a gloria. De vuelta en el campamento, al caer la tarde, todos compartimos anécdotas con tazas de té caliente mientras la oscuridad se iba instalando.
En nuestro último día, el Parque Nacional Lago Manyara me sorprendió más. Es más pequeño que los otros, pero rebosante de vida: babuinos por todos lados, leones trepadores si tienes suerte (nosotros no la tuvimos), y pájaros que nunca había visto volando entre higueras. El aire olía dulce por las flores silvestres que crecían junto al agua. A media tarde emprendimos el regreso a Arusha—cansados pero felices, aún sacudiéndonos el polvo de los zapatos cuando llegamos justo antes del atardecer.
Este viaje es apto para la mayoría, ya que los safaris se hacen en vehículo y los campamentos son accesibles. Si tienes problemas de espalda o movilidad, quizá no sea lo ideal.
El cocinero prepara platos sencillos pero sabrosos: guisos, arroz, fruta fresca y almuerzos tipo picnic para los días en el parque.
No hay garantías, depende de la suerte y el momento, pero estos parques ofrecen buenas oportunidades para ver elefantes, leones, búfalos, rinocerontes (en Ngorongoro) y leopardos.
Los campamentos están cercados o vigilados por guardaparques durante la noche. Los guías te explican las normas de seguridad; si las sigues, estarás bien.
El safari incluye todas las entradas a los parques, safaris guiados con expertos locales, equipo de camping (tiendas y colchonetas), comidas desde el almuerzo del primer día hasta el almuerzo del tercero, agua potable durante las actividades y traslados en 4x4 entre Arusha y cada parque.
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