¿Quieres conocer un Bangkok diferente? Este tour te lleva al corazón de la vida local, desde mercados vibrantes hasta senderos en la jungla, caminando y en rickshaw. Conocerás gente auténtica, probarás comida tailandesa de verdad y descubrirás rincones que la mayoría de turistas no ven.
Justo después del desayuno, nuestro guía apareció en el lobby del hotel con esa sonrisa relajada que siempre tiene, y nos subimos a un tuk-tuk para un corto trayecto hasta el mercado de Klong Toey. No es un lugar turístico ni fancy; aquí es donde realmente compran los locales. El aire estaba lleno del aroma de hierbas frescas y pescado a la parrilla, y tuve que esquivar charcos tras la lluvia de la mañana. Los vendedores gritaban precios en tailandés, y vi a un chef de un puesto cercano regateando por unos chiles. Si te gustan los mercados de comida, este es auténtico y sin filtros, nada preparado para Instagram.
Después de empaparnos de colores y sonidos, cruzamos el río en un pequeño ferry. De repente, el caos de Bangkok quedó atrás. Bang Krachao es salvaje: árboles por todos lados, pájaros que no ves en el centro y cigarras que zumban tan fuerte que casi ahogan tus pensamientos. Parte del recorrido la hicimos en un rickshaw clásico (el conductor bromeaba que era su “gimnasio de Bangkok”) y luego seguimos a pie por senderos estrechos bajo hojas de plátano. Nuestro guía nos mostró pequeños santuarios escondidos tras arbustos y explicó cómo los locales construyeron estos caminos elevados sobre los pantanos.
El almuerzo fue en un lugar sin nombre, con sillas de plástico y ventiladores girando arriba, donde probé un pollo al albahaca picante que casi me deja sin palabras (para bien). Después, paseamos por el parque Sri Nakhon Khuean Khan. Los niños alimentaban a los peces en el estanque y yo me uní con un poco de pan comprado a un vendedor ambulante. Cerca hay un templo pequeño, no famoso pero lleno de paz, con incienso que se cuela por las ventanas abiertas.
Si tienes suerte y vas un fin de semana, también puedes visitar el mercado flotante de Bang Nam Phueng. Solo abre sábados y domingos, con muchas botanas en barcas y casi sin turistas. Al caer la tarde, volvimos en ferry a “el mundo de concreto”, como lo llamó nuestro guía. Mis zapatos estaban embarrados, pero mi mente más despejada que nunca.
¡Sí! El ritmo es tranquilo, hay muchas pausas, y los niños pueden ir en cochecito o sentados en el regazo durante los traslados.
Usa zapatos cómodos que no te importe ensuciar, porque en Bang Krachao puede haber barro. Lleva protector solar y, si eres sensible, repelente de insectos.
El almuerzo está incluido en un lugar local; espera platos clásicos tailandeses como pollo albahaca o arroz frito. Hay opciones vegetarianas si avisas con anticipación.
El mercado flotante solo abre fines de semana y festivos. Entre semana exploramos otros sitios locales en Bang Krachao.
Incluye traslados ida y vuelta desde el hotel (sin preocupaciones por cómo llegar), todos los viajes en ferry y barco, un auténtico paseo en rickshaw por Bang Krachao, caminatas guiadas con un experto local en inglés, entrada al parque Sri Nakhon Khuean Khan, visitas al mercado de Klong Toey (y al mercado flotante si está abierto), además del almuerzo en un restaurante del barrio.
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