Te acercarás a pingüinos salvajes en Boulders Beach, estarás en el extremo suroeste de África, navegarás junto a lobos marinos en Hout Bay y disfrutarás de vistas épicas del mar, todo con un guía local que conoce cada atajo y historia del camino.
Sal marina en el aire y la brisa atlántica en la cara: nada te prepara para la primera vista de Chapman’s Peak Drive. Nuestro guía, Sipho, sabía justo dónde parar para que pudiéramos tomar fotos con los acantilados a un lado y el azul infinito al otro. La carretera serpentea y baja, y verás locales corriendo o en bici, incluso temprano cuando aún hace fresco. Pasamos por las playas de arena blanca de Clifton y la franja de palmeras de Camps Bay, ya llenas de surfistas y paseadores de perros a las 9 de la mañana.
El puerto de Hout Bay es un caos encantador: pescadores recogiendo redes, gaviotas peleando por restos y el aroma a snoek frito de un vendedor cercano. Paseamos por los puestos del mercado —cuentas hechas a mano, figuras talladas— antes de subir a un bote pequeño hacia Seal Island. El viaje es corto pero movido; lleva chaqueta si hace viento. Ver cientos de lobos marinos jugando en las rocas es una experiencia que no se olvida.
La Reserva Natural de Cape Point se siente salvaje y abierta. Vimos un grupo de babuinos descansando al borde del camino (mejor guarda tus snacks) y hasta un avestruz paseando entre el fynbos. La subida al faro es empinada pero vale la pena: allá arriba solo escuchas el viento y el oleaje lejano. Nuestro guía señaló dónde se juntan los océanos Índico y Atlántico, aunque en realidad es más una sensación que un punto exacto.
El Cabo de Buena Esperanza es un paisaje agreste: rocas afiladas, salpicaduras de mar y ese famoso cartel por el que todos hacen fila. Nos tomamos nuestro tiempo para absorber lo lejos que habíamos llegado hacia el sur. El almuerzo en Simon’s Town fue tranquilo; pedí fish and chips en un café local mientras veía llegar barcos de la marina. Boulders Beach está justo al lado: pingüinos por todas partes, caminando entre los bañistas y anidando bajo las pasarelas. Se acercan mucho y sus llamados parecen casi rebuznos.
El regreso por False Bay es más tranquilo: las coloridas casetas de Muizenberg destacan sobre la arena, surfistas en las olas y nubes de la tarde que empiezan a cubrir el cielo. Cuando volvimos a Ciudad del Cabo sentí que había visto todos los rostros de esta costa: salvaje, animada, tranquila—todo en un solo día.
¡Sí! El tour es adaptable para todas las edades. Disponemos de asientos para bebés si nos avisas con anticipación.
Por supuesto, al ser privado, tu guía puede ajustar las paradas según tus intereses o el tiempo disponible.
Una chaqueta ligera o cortaviento es recomendable, puede hacer viento en el agua. ¡No olvides la cámara!
Sí, la mayoría de los cafés en Simon’s Town ofrecen opciones vegetarianas. Avísale a tu guía si tienes alguna necesidad especial.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel, transporte privado en vehículo con aire acondicionado, un guía local amable que conoce los mejores lugares para fotos y horarios flexibles para que disfrutes a tu ritmo.
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