Si quieres vivir la auténtica Transilvania, desde castillos legendarios hasta pueblos tranquilos donde el tiempo parece haberse detenido, este tour privado lo cubre todo con guías locales que conocen cada atajo y historia.
La primera mañana comenzó temprano en Bucarest, con una ligera neblina cuando nuestro guía nos recogió en el hotel. Subimos al van y arrancamos rumbo a los Cárpatos. El camino hacia el Castillo de Bran fue tranquilo; notarás cómo el paisaje cambia de bloques urbanos a colinas suaves salpicadas de ovejas. En Bran se respira un leve aroma a pino y se escucha el murmullo de los vendedores preparando sus puestos. El castillo se alza sobre un peñasco, imponente aunque no te gusten las historias de Drácula. Nuestro guía nos contó detalles de su verdadera historia (construido en 1377), lo que lo hizo sentir más como una fortaleza real y menos como un decorado de película. Después de recorrer sus estrechas escaleras y asomarnos al valle, compramos unos pastelitos de queso caseros en un puesto justo afuera antes de continuar.
El centro medieval de Brasov es animado pero sin agobiar. Calles empedradas serpentean entre casas de colores pastel y torres antiguas; la Iglesia Negra domina la Plaza del Consejo, con sus campanas sonando cada hora. Paseamos por la Calle de la Cuerda (tan estrecha que apenas caben dos personas) y paramos a tomar un café en una pequeña cafetería escondida tras la Puerta Ecaterina. Si tienes tiempo, pídele a tu guía que tome la ruta más lenta por el campo al regreso: pasar por pueblos montañosos donde las cigüeñas anidan en las chimeneas es como viajar en el tiempo. Las noches en Brasov son tranquilas; las campanas suenan alrededor de las 8 pm y la mayoría de las tiendas cierran temprano.
Al día siguiente, el aroma a pan recién horneado nos acompañó al salir hacia la Iglesia Fortificada de Prejmer, un sitio UNESCO que parece sacado de un cuento antiguo. Dentro, el ambiente es fresco y resonante; casi puedes imaginar a los aldeanos refugiándose allí hace siglos. Luego visitamos el pueblo de Viscri, donde el tiempo parece ir más despacio. Gallinas caminan libremente y las casas sajonas pintadas de azul se alinean a lo largo de caminos polvorientos. Conocimos a una mujer local que tejía alfombras a mano; nos dejó probar (yo fui un desastre). La Fortaleza de Rupea se eleva sobre todo, con viento arriba pero vistas que valen la pena.
Sighisoara se siente diferente, más colorida, tal vez por las fachadas pintadas que adornan sus calles estrechas. La Torre del Reloj marca las horas; nuestro guía señaló la casa natal de Vlad Tepes (una casita amarilla cerca de la plaza principal). Caminar por esas calles empedradas al caer el crepúsculo fue uno de mis momentos favoritos: hay algo especial en escuchar tus pasos resonar entre muros centenarios.
Sibiu es más grande pero conserva ese aire de pueblo en su casco antiguo. La Gran Plaza se llena de locales tomando espresso bajo sombrillas mientras los niños persiguen palomas. Cruzamos el Puente de los Mentirosos (cuidado, resbala cuando llueve) y entramos en una catedral ortodoxa justo cuando empezaba el ensayo del coro. Más tarde, nos dirigimos al pueblo de Sibiel para almorzar en una casa familiar: sopa casera, pan fresco y un aguardiente de ciruela que te calienta el cuerpo. El paseo en carreta tirada por caballos por los campos fue extrañamente relajante, algo que no encuentras en la ciudad.
La última mañana nos llevó por Sinaia hasta el Castillo de Peles, un lugar casi perfecto en medio del bosque y la montaña. Por dentro, vidrieras y tallados en madera; nuestro guía explicó lo moderno que fue para su época (¡calefacción central y pasadizos secretos!). A primera hora de la tarde ya estábamos de vuelta en Bucarest, cansados pero felices, hablando de todo lo que queríamos volver a ver la próxima vez.
¡Claro! El ritmo es tranquilo y hay opciones para caminatas fáciles o descansos cortos cuando lo necesites. Nuestros guías se adaptan a tu comodidad.
Sí, puedes reservar como viajero individual con suplemento por habitación sencilla y tendrás muchas oportunidades de conocer gente local durante el recorrido.
Incluye un almuerzo casero durante la visita a Sibiel; el resto de las comidas son flexibles para que pruebes lugares locales o sigas tus gustos.
Lo mejor es llevar ropa por capas, porque el clima cambia rápido en la montaña. Zapatos cómodos son clave para las calles empedradas y escaleras de castillos.
Sí, podemos coordinar recogida en tu hotel o directamente en el aeropuerto si tu vuelo llega antes de las 11 am.
Incluye tres noches en un hotel 3 estrellas acogedor en el centro histórico de Brasov (habitaciones dobles o twin), guía privado en inglés durante todo el tour, transporte cómodo (coche o minivan según el tamaño del grupo), paseo en carreta en Sibiel, almuerzo casero en una casa local y todas las entradas a castillos e iglesias del itinerario.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?