Recorre Praga en un trike eléctrico con guía local, sin necesidad de licencia. Disfruta de café o té antes de explorar riberas, colinas y lugares emblemáticos como el Puente de Carlos y el Muro de Lennon. Risas en el entrenamiento, historias en cada parada y muchas fotos con vistas que recordarás mucho después.
Confieso que al ver la fila de trikes eléctricos robustos frente a la tienda en Malá Strana, me puse un poco nervioso. Nunca había manejado algo así: sin pedales, solo acelerador y frenos. Nuestro guía, Petr (con ese humor seco típico checo), me dio un casco y me dijo que no me preocupara. Primero tomamos café o té adentro —un detalle genial— y luego nos explicó con paciencia cómo manejarlo. Incluso hicimos una vuelta de prueba por la cuadra hasta que nos sentimos seguros. Al principio me tambaleé un poco, pero nadie se burló.
La ciudad se veía diferente desde esos tres ruedas. Avanzamos rápido junto al río Moldava, con el viento en la cara y ese aroma a panadería que venía de algún lado (¿serían kolaches?). Petr nos mostró cómo la luz iluminaba el Castillo de Praga desde la colina Letná; dijo que los locales vienen aquí para ver el atardecer, aunque las mañanas son más tranquilas. Paramos en el Muro de Lennon, con capas de pintura y mensajes en todos los idiomas imaginables. Una pareja se estaba tomando fotos de boda y traté de decir “felicidades” en checo… digamos que se rieron con cariño.
Pasamos por debajo del Puente de Carlos (el eco bajo esas piedras antiguas es impresionante) y hicimos una pausa en la Isla Kampa, donde los niños alimentaban a los patos y se escuchaba música de acordeón flotando desde algún lugar río arriba. En el jardín del Museo Franz Kafka había unas estatuas raras —no las arruinaré, pero hicieron reír a todos. Petr nos contó historias de cada lugar sin prisa ni guion; incluso se ofreció a sacar fotos en cada parada, lo cual fue un alivio porque mis manos temblaban de emoción casi todo el tiempo.
Sigo pensando en esa vista desde Letná —los techos rojos apilados contra el cielo, los puentes cruzando como cintas. No hizo el mejor clima (algo frío, para ser honestos), pero nos dieron guantes y ponchos sin problema. El tour terminó en la Plaza Maltezske y para entonces ya no me importaba verme raro en un trike. Si quieres conocer los grandes atractivos de Praga sin sentir que vas en piloto automático —o simplemente probar algo diferente— este tour en trike eléctrico vale totalmente la pena.
No, no hace falta licencia; los trikes eléctricos se consideran bicicletas en República Checa.
Sí, hay un entrenamiento supervisado y una prueba de manejo para todos antes de salir.
Pasarás por el Castillo de Praga (por fuera), las colinas Letná y Petřín, el Muro de Lennon, el Puente de Carlos (por debajo), la Isla Kampa, el jardín del Museo Franz Kafka, el Rudolfinum y más, según la ruta elegida.
No, el punto de encuentro es la Plaza Maltezske en Malá Strana, donde te ofrecen café o té antes de comenzar.
Sí, si llueve o hace frío, te dan ponchos impermeables y guantes sin costo.
Niños desde 7 años pueden ir como pasajeros; los más pequeños pueden ir en una e-bike con asiento para niños si se reserva con anticipación.
La actividad es accesible para sillas de ruedas y hay opciones de transporte cercanas.
El grupo máximo es de 8 vehículos por guía para mantener un ambiente pequeño y cercano.
Tu día comienza con café o té ilimitado en la Plaza Maltezske, seguido de un entrenamiento de seguridad y una prueba supervisada en tu trike eléctrico —sin necesidad de licencia. Se proporcionan cascos de todos los tamaños, ponchos y guantes si hace falta. Un guía local en vivo te lleva por los mejores miradores de Praga con paradas para fotos antes de regresar al punto de partida.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?