Sube en tranvía 22 desde la Ciudad Vieja con un guía local, recorre los jardines del Monasterio de Strahov (y quizás prueba su cerveza), explora las calles de Hradčany y adéntrate en los patios del Castillo de Praga y la catedral de San Vito. Un día lleno de historias y momentos para disfrutar más allá del turismo.
¿Has sentido esa sensación al bajarte del tranvía y darte cuenta de que estás más alto que gran parte de la ciudad? Así empezó nuestro tour por el Castillo de Praga: un corto trayecto en el tranvía 22 desde la Ciudad Vieja, pero parecía que habíamos llegado a un lugar más tranquilo, casi suspendido sobre el bullicio. Nuestro guía, Petr, ya nos esperaba cerca del parque (bromeaba diciendo que siempre llega temprano porque la cerveza checa sabe mejor después de caminar). El aire allá arriba tenía un frescor especial — tal vez por los jardines del monasterio o por los nervios, pero lo noté al instante.
El Monasterio de Strahov parecía demasiado sereno para tener tantos años. Echamos un vistazo por las ventanas de la biblioteca (ese día no se podía entrar) y Petr nos contó algunas curiosidades raras que guardan ahí — ¿un dodo disecado? Aún no sé si hablaba en serio. Al lado hay una cervecería; si te acercas, puedes oler el lúpulo. Intenté pedir “pivo” en checo — Li se rió de mi acento y el camarero también, pero igual me sirvieron una. Tenía un sabor terroso, nada parecido a lo que suelo tomar en casa.
Bajamos por Hradčany, pasando por casas con dibujos sgraffito grabados en sus paredes. Los adoquines son irregulares y, siendo sincero, mis pies empezaban a quejarse (mejor lleva calzado cómodo). Petr señaló el lugar donde, siglos atrás, arrojaron a alguien por una ventana — aquí la “defenestración” es algo real. La plaza principal estaba llena de grupos escolares y ancianos alimentando palomas; alguien tocaba el acordeón bajo un arco y el sonido rebotaba entre los edificios. Me paraba a sacar fotos, pero ninguna lograba captar lo inmenso que se siente todo.
Cuando finalmente llegamos al Castillo de Praga, Petr se detuvo en la entrada y nos dejó contemplar un momento antes de contarnos su historia milenaria. La piedra estaba fría al tacto — puede parecer una tontería, pero quería sentir si se notaba diferente sabiendo cuántos reyes y presidentes han pasado por aquí. La catedral de San Vito se alzaba imponente; dentro, la luz de los vitrales coloreaba el suelo. No esperaba sentirme tan pequeño — ni tan fascinado por todas esas capas de historia apiladas en un solo lugar.
Tomarás el tranvía 22 cerca de la estación de metro Staroměstská hasta la cima del Barrio del Castillo con tu guía.
El tour visita los exteriores del Monasterio de Strahov, pero no incluye la entrada; a veces se puede asomar a áreas públicas.
Sí, necesitas un billete válido (30 CZK) o un pase de 24h/72h; el guía puede ayudarte a comprarlo en el punto de encuentro.
Sí, el transporte público y la mayoría de la ruta son accesibles para sillas de ruedas.
Los guías locales certificados hablan inglés con fluidez.
Sí, bebés y niños pequeños pueden participar con cochecitos sin problema.
No incluye comidas, pero tendrás tiempo para probar la cerveza en la cervecería del Monasterio de Strahov durante la visita.
Tu día incluye la guía de un experto local certificado desde la Ciudad Vieja hasta los jardines del Monasterio de Strahov, pasando por Hradčany y recorriendo cada patio del Castillo de Praga, incluida la catedral de San Vito—además de ayuda para comprar tu billete de tranvía si lo necesitas antes de salir juntos en el tranvía 22.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?