Camina por senderos antiguos cerca de Arecibo con un guía local, flota por cuevas de piedra caliza en el río Tanamá, prueba agua fresca de manantial y relájate en piscinas naturales, todo lejos de las multitudes. Prepárate para zapatos embarrados, muchas risas y esos momentos únicos de silencio solo roto por el eco del agua en las cuevas.
Comenzamos siguiendo un sendero estrecho bajo los árboles, con el aire húmedo y ese aroma a tierra mojada que queda después de la lluvia. Nuestro guía, Carlos, no paraba de señalar plantas raras que nunca había visto (una parecía sacada de Jurassic Park). Las paredes de piedra caliza aparecieron rápido, con rayas blancas y grises sobre nosotros, y el sonido del río se escuchaba antes de verlo. Era más fuerte de lo que esperaba. Alguien del grupo resbaló con una raíz y todos nos reímos; nadie quiso hacerse el valiente.
Meterse en el río Tanamá fue un choque: el agua estaba fría, pero no congelada, justo para despertarte. Caminamos un rato por las orillas, a veces trepando rocas cubiertas de musgo. En un momento, Carlos nos detuvo junto a un manantial que brotaba directo de la roca; llenó su botella ahí mismo. Yo también lo probé, con un poco de nervios, pero sabía limpio y casi dulce. La parte del tubing fue una locura: flotando por túneles donde tu voz rebota y el aire se llena de ecos. La luz cambia dentro de la cueva, primero azulada y de repente dorada al llegar a una abertura. Me chocaba con las paredes porque no soy bueno para manejar el flotador.
Hubo momentos en que todo quedó en silencio, salvo el goteo lejano del agua. Sentí que estábamos aislados del resto de Puerto Rico por un rato, sin multitudes, solo nuestro pequeño grupo y Carlos contando historias de cuando su abuelo pescaba ahí antes de que existieran los tours. Después de las cuevas, navegamos por tramos más tranquilos del río, con el sol en la cara, hasta llegar a unas piscinas naturales donde podíamos flotar o jugar saltando desde las rocas (yo no me animé en la más alta). Mis zapatos quedaron empapados y la barra de snack aplastada en la mochila, pero ya ni me importaba.
Todavía recuerdo esa agua fría del manantial y el silencio de las cuevas, tan distinto al ruido de San Juan. Si te animas a ensuciarte y no te importa despeinarte, esta excursión desde Arecibo es algo diferente. Ah, y tomaron fotos para mí, así no arriesgué mi teléfono (que seguro se me habría caído).
No, requiere buena condición física y no se recomienda para principiantes ni personas con problemas de salud.
La experiencia dura unas 6 horas; lleva suficientes snacks y agua para ese tiempo.
Necesitarás zapatos deportivos o de senderismo (se mojarán), snacks energéticos, mucha agua, bloqueador solar, traje de baño, toalla, ropa para cambiarte y una mochila.
No, no es apto para menores de 12 años.
No incluye recogida; hay estacionamiento gratuito en el punto de encuentro.
No, no se requieren habilidades de natación porque usarás chaleco salvavidas durante toda la actividad.
Sí, durante la aventura toman fotos gratis para que no tengas que preocuparte por tu cámara o teléfono.
No, no se incluye almuerzo; lleva tus propios snacks o comida para pasar 6 horas al aire libre.
Tu día incluye todo el equipo de seguridad como casco y chaleco salvavidas, además de estacionamiento gratuito en el punto de encuentro. Un guía local profesional te acompaña en todo momento, compartiendo historias mientras exploras, y las fotos están incluidas para que disfrutes sin preocuparte por tu teléfono o cámara.
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