Camina por senderos llenos de barro en El Yunque con un guía local, nada bajo las cascadas de Las Tinajas y disfruta platos puertorriqueños en la playa de Luquillo con un grupo pequeño. Risas, sabores nuevos y recuerdos que quedan mucho después de que se sequen tus zapatos.
“¿Listos para ensuciarse?” Así nos saludó Carlos, nuestro guía, en San Juan, mientras apenas despertaba y sostenía mi café. Tenía esa forma tan natural de hacerte sentir que lo conocías de toda la vida. La van estaba fresca por dentro (gracias a Dios), y mientras dejábamos atrás la ciudad, veía casas coloridas y perros dormilones en los porches. Era temprano, casi antes del amanecer, pero Carlos dijo que así evitábamos las multitudes que llegan a El Yunque. La verdad, no me molestaba madrugar; el aire de esa mañana tenía un aroma casi dulce.
El sendero no era largo, ¿un par de kilómetros? Pero en algunos tramos el barro era puro y resbaladizo. Mis zapatos ya no serán los mismos (valió la pena). Parábamos de vez en cuando para que Carlos nos mostrara plantas silvestres y nos contara leyendas taínas del bosque. En un momento me dio una hoja que olía a cítricos al aplastarla — ojalá recordara su nombre. Cuando por fin llegamos a Las Tinajas, se escuchaba el agua antes de verla. Ya había gente local nadando, riendo, y alguien haciendo un salto mortal desde una roca como si nada. Confieso que no me animé al salto grande, pero sí probé el tobogán natural. El choque del agua fría fue seguido de risas que rebotaban entre todo ese verde.
Después de secarnos (más o menos), volvimos a la van rumbo a la playa de Luquillo — con las ventanas abajo para que entrara el olor a sal y a tostones fritos de algún puesto cercano. La fila de kioscos es un espectáculo: música a todo volumen, familias por todos lados, bandejas con mofongo y piñas coladas frías deslizándose por las barras. Señalé algo en el menú y crucé los dedos (resultaron ser alcapurrias, ¡deliciosas!). Carlos se burló un poco de mi español, pero me ayudó a pedir. Comimos mirando el mar azul con arena pegada en los tobillos. Es curioso cómo después de un día así, los extraños terminan sintiéndose como amigos.
La caminata es de unos 2.5 km en total y toma alrededor de 30 minutos en cada dirección.
Sí, el tour incluye recogida y regreso desde hoteles en San Juan, Carolina, Canóvanas, Río Grande, Ceiba, Luquillo y partes de Fajardo.
Usa ropa que puedas ensuciar y zapatos resistentes; se recomienda llevar traje de baño para nadar en las cascadas.
No, el almuerzo en la playa de Luquillo no está incluido; podrás elegir qué comer en los kioscos locales.
Los grupos son de máximo seis personas para mayor comodidad y una experiencia más personalizada.
No se recomienda para niños menores de 8 años ni para mayores de 70 debido a la exigencia física.
Sí, hay tiempo para nadar en Las Tinajas durante la caminata y también en la playa de Luquillo después del almuerzo si quieres.
El día incluye recogida y regreso al hotel o alojamiento cercano en vehículo con aire acondicionado, todas las entradas pagadas, chalecos salvavidas para nadar en Las Tinajas, caminata guiada por El Yunque y parada para almorzar en la playa de Luquillo antes de regresar por la tarde.
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