Viaja desde Oporto por valles serpenteantes con un guía local, prueba vinos premiados en dos bodegas top del Duero, disfruta un almuerzo tradicional con vino DOC ilimitado, navega en un barco rabelo entre viñedos y degusta aceite de oliva gourmet, todo en un grupo pequeño que se siente más como amigos que desconocidos.
Ya íbamos camino al Valle del Duero cuando João, nuestro guía, empezó a contarnos historias sobre el vino verde de Amarante y los antiguos túneles bajo la Serra do Marão. Nunca me había dado cuenta de cuánto cambia el paisaje en apenas una hora desde Oporto: un momento estás en el bullicio de la ciudad, y al siguiente en colinas cubiertas de viñas. Las ventanas de la furgoneta se empañaron un poco (todavía era temprano), pero João nos mantenía despiertos con sus bromas sobre cómo se conduce en Portugal. Me sorprendí sonriendo sin razón mientras tomábamos las curvas de la carretera N222, con el río brillando abajo. Era como si estuviéramos colándonos en un rincón secreto de Portugal.
La primera parada fue en un mirador salvaje, con aire brumoso y hileras de viñas que bajaban hacia el agua. João se ofreció a hacernos fotos (“Confía en mí, ya no meto el pulgar en las fotos”) y nos explicó por qué el Duero es tan estricto con las normas del vino de Oporto. Intenté prestar atención, pero me distraje con la piedra fría bajo mis manos y el leve olor a tierra mojada. Luego llegó el paseo en barco rabelo, esas embarcaciones de madera que antes llevaban los barriles hasta Oporto. Mientras navegábamos entre las terrazas, bebíamos Vinho Verde; alguien incluso pudo pilotar un rato (no fui yo, menos mal). El silencio ahí fuera me sorprendió: solo el agua rozando y algún pájaro lejano.
El almuerzo fue en un restaurante familiar en Pinhão donde nadie tenía prisa. Los platos no paraban de llegar: chorizos ahumados, quesos suaves, pan que crujía al romperlo. El vino DOC del Duero era ilimitado—João rellenaba las copas antes de que nos diéramos cuenta de que estaban vacías. Hubo un momento en que todos en la mesa nos reímos por algo tonto (ya ni recuerdo qué), pero parecía que nos conociéramos de toda la vida. La cata de aceite de oliva al final me sorprendió: fresco, con un toque herbáceo que me hizo querer llevarme una botella a casa.
Visitamos dos bodegas: una grande y con eco, con sótanos llenos de barriles (el olor a madera y mosto dulce se me quedó pegado a la chaqueta), y otra más pequeña donde casi podías tocar las viñas desde la ventana. En ambas nos sirvieron catas generosas—vinos de Oporto que se quedaban en el paladar mucho después de irnos. Ya por la tarde, la mayoría íbamos en silencio de vuelta por el río Duero; João nos dijo que podíamos dormir un rato (yo lo hice). Aún recuerdo esa vista desde el barco: la luz suave sobre los viñedos, y lo bien que se siente no tener que preocuparte de nada, salvo quizá qué botella llevarte de recuerdo.
El tour dura todo el día e incluye transporte ida y vuelta desde Oporto.
Sí, el almuerzo en un restaurante tradicional incluye vino DOC ilimitado.
Se visitan dos bodegas de alta calidad para las catas durante el día.
Sí, la recogida y regreso en la ciudad de Oporto están incluidos.
Hay opciones vegetarianas disponibles si se solicitan al reservar.
El paseo es en un barco rabelo tradicional típico de la región del Duero.
Los grupos son pequeños, con un máximo de 8 personas.
Sí, los niños pueden participar si van acompañados de un adulto; hay asientos para bebés bajo petición.
Tu día incluye recogida y regreso en Oporto en una minivan cómoda, visitas guiadas a dos bodegas premium del Duero con varias catas (incluyendo vinos de Oporto premiados), un paseo panorámico de una hora en barco rabelo con degustación de Vinho Verde a bordo, almuerzo regional todo incluido con vino DOC ilimitado y agua o zumos, cata gourmet de aceite de oliva, muchas oportunidades para fotos en miradores a lo largo de la carretera N222 y una botella de vino local de regalo por reserva antes de regresar por la tarde.
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