Recorrerás senderos entre bosques verdes, aprenderás a rapelar con guías locales, saltarás a pozas cristalinas (si te atreves) y te reirás bajando por toboganes naturales, todo dentro del parque Ribeira dos Caldeirões en São Miguel. Con recogida incluida y todo el equipo proporcionado, no se trata de ser valiente, sino de dejarte llevar por la naturaleza salvaje de las Azores por un día.
Lo primero que noté no fueron las cascadas ni el verde que lo cubre todo, sino el sonido. No era fuerte, pero sí constante, como si alguien hubiera dejado un grifo abierto en lo profundo del bosque. Acabábamos de llegar a Ribeira dos Caldeirões tras un camino lleno de curvas desde Ponta Delgada (perdí la cuenta de las hortensias), y nuestro guía João ya repartía trajes de neopreno y cascos. Se rió cuando me costó ponerme las botas, parece que a todos les pasa la primera vez.
La caminata hasta el inicio del cañón fue corta pero sudorosa con todo el equipo puesto. Hay un momento en que se huele el musgo mojado y algo casi metálico en el aire, ¿será de las rocas? João nos paró para dar las instrucciones de seguridad (dos veces, porque es muy detallista) y luego nos enseñó a rapelar una roca con un nudo que parecía un lío imposible. Intenté no mostrar nervios, pero las manos me temblaban. Los demás bromeaban sobre quién se echaría atrás en el primer salto.
Arriba, el silencio fue absoluto por un instante, ese silencio en el que solo escuchas tu respiración. Luego estás tú, el agua fría subiendo por las mangas, y tratando de recordar todo lo que te dijeron mientras te acercas a un salto de siete metros. Dudé (claro que sí), pero João solo asintió y dijo “Sin prisa”. El salto fue un torbellino: recuerdo caer al agua y pensar que no estaba tan fría como esperaba, seguro que era la adrenalina. También hay un tobogán natural que parece inofensivo pero no lo es; mi amigo gritó todo el camino y luego se echó a reír abajo.
Sigo pensando en lo distintos que estábamos al final: el pelo lleno de barro, sonrisas enormes, sin importar nada más que quizá hacerse otra foto antes de volver. Todo se sintió menos como cumplir con una actividad y más como descubrir un secreto salvaje de São Miguel. Y sí, me dolieron los brazos varios días, pero de esa manera buena que te dan ganas de decirle a todo el mundo que pruebe el canyoning aquí al menos una vez.
Está a unos 45 minutos en coche desde Ponta Delgada hasta Ribeira dos Caldeirões en la isla de São Miguel.
No hace falta experiencia previa; los guías dan todas las instrucciones y explicaciones de seguridad.
No, todos los saltos son opcionales; puedes saltarte lo que no te sientas cómodo haciendo.
No necesitas saber nadar, solo sentirte cómodo en el agua.
El tour incluye traje de neopreno, calcetines, casco, botas y arnés, todo proporcionado por los guías.
Sí, la recogida y el regreso están incluidos si eliges esa opción al reservar.
Sí, los niños pueden participar si cumplen con la altura mínima (1,20 m) y peso (20 kg) y van acompañados por un adulto.
Se recomienda llevar bañador debajo de la ropa, toalla, botella de agua, protector solar y una goma para el pelo si la necesitas.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel si eliges esa opción al reservar; seguro completo; guías acreditados y amables que te explican todo; equipo completo de canyoning con traje de neopreno, casco, calcetines, botas y arnés; además de fotos o vídeos digitales para que no tengas que preocuparte por llevar cámara en esta aventura por el río.
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