Recorre las animadas calles de Ponta Delgada con un guía local, prueba piña azoriana en el mercado, mariscos frescos y pasteles, y descubre las historias detrás de cada plato. Ríe con bocados de chorizo y disfruta momentos tranquilos con té de São Miguel. No es solo comer, es sentirse en casa con nuevos amigos.
“Aquí tienes que comer con las manos,” sonrió Ana, ofreciéndome una rebanada de bolo lêvedo aún tibio. Dudé un instante — parecía demasiado suave para agarrarlo — pero el aroma dulce y mantecoso me animó a lanzarme. La mañana empezó en el Mercado da Graça, donde los viejos discutían precios del pescado y el aire olía a hierbas frescas. Nuestro grupo pequeño intentaba no estorbar, pero Ana conocía a todos los vendedores por su nombre. Nos dio trozos de piña que nada tenían que ver con las que había probado en casa — más intensas, casi burbujeantes en la lengua.
No esperaba reír tanto en un tour gastronómico. En una parada probamos chorizo más picante de lo que imaginaba en las Azores (alguien tosió y todos nos reímos). Ana nos contó por qué el té de São Miguel es tan especial — algo del suelo volcánico — y nos sirvió tazas pequeñas que humeaban en el aire fresco. La ciudad parecía un laberinto: callejones estrechos que se abrían en plazas soleadas, azulejos azul y blanco bajo nuestros pies. En un momento sentí el olor a sal marina que venía del puerto mezclado con azúcar de pastelería desde una ventana. Es curioso cómo esos detalles se quedan contigo.
No había prisa — paseamos frente al ayuntamiento del siglo XVIII y parábamos cada vez que alguien veía algo curioso (creo que pasamos diez minutos viendo a una anciana ordenar sus tarros de mermelada). La comida fue más bien una serie de degustaciones: mariscos que sabían a recién sacados del mar, postres caseros que no sé ni pronunciar pero que aún recuerdo con ganas semanas después. Al final, mis zapatos estaban polvorientos y el estómago lleno de esa satisfacción que solo da compartir comida con extraños que ya no lo son. Aún recuerdo esa vista sobre los tejados al despedirnos — nada espectacular, solo un momento tranquilo y bonito.
El tour dura aproximadamente 3,5 horas.
Probarás especialidades locales como piña azoriana, mariscos, chorizo, mermeladas, pasteles y postres caseros.
Sí, incluye dos bebidas: cerveza o vino de la casa, además de refrescos.
Hay opciones vegetarianas, pero no sustituyen todos los alimentos que se prueban.
El punto de encuentro es céntrico en Ponta Delgada; los detalles se envían tras reservar.
Se recorren unos 2 km (1,5 millas) aproximadamente.
Se pueden adaptar ciertas restricciones si se avisa con tiempo; no se ofrecen opciones veganas, halal ni kosher.
Sí, hay opciones de transporte público cerca del lugar de encuentro.
Incluye entre 8 y 10 degustaciones variadas, desde frutas y mermeladas hasta mariscos y pasteles, una comida progresiva mientras recorres las calles históricas de Ponta Delgada, además de dos bebidas (cerveza, vino de la casa o refresco). Todo guiado por un experto local que te lleva por mercados y tiendas familiares, terminando cerca de un punto emblemático de la ciudad.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?