Recorre en jeep descapotable las carreteras más salvajes de Madeira, prueba pan recién hecho en pueblos de montaña, camina por el bosque húmedo de Fanal declarado Patrimonio de la Humanidad, y refréscate en las piscinas volcánicas de Porto Moniz si te atreves con el frío atlántico. Con un guía local que comparte historias que no encontrarás en internet, esta excursión te hace sentir parte de la isla, no solo un visitante más.
“No vas a creer este camino,” sonrió nuestro guía Ricardo mientras cambiaba a una marcha que ni sabía que existía. Acabábamos de dejar atrás Funchal, aún medio dormidos, y de repente estábamos saltando por senderos embarrados, con olor a eucalipto por todas partes y el mar asomando azul entre terrazas verdes. El jeep descapotable hacía que pareciera que todo el cielo era nuestro. Intenté pronunciar ‘Laurisilva’ bien (Li se rió—seguro que lo dije fatal), pero la verdad es que estaba demasiado distraído mirando esos árboles cubiertos de musgo en Fanal. Hay un silencio allí, húmedo y antiguo, como si el suelo guardara memoria de cada paso.
No esperaba tener hambre tan pronto, pero en São Vicente mi estómago empezó a rugir. Ricardo señaló una panadería diminuta—sin cartel, solo el aroma a pan dulce flotando. Paramos para probar bolo do caco (recién hecho y calentito), y me contó cómo su abuela lo hacía después de recoger castañas en estas colinas. El camino hacia Paul da Serra fue entre niebla y rayos de sol; un momento estás entre brumas, y al siguiente miras acantilados que caen directo al Atlántico. La clave aquí es excursión de un día por la costa oeste de Madeira—no paraba de pensar en lo diferente que se sentía comparado con cualquier otro lugar que haya visitado.
Porto Moniz llegó con ese toque salado en el aire y niños chillando mientras se lanzaban a las piscinas volcánicas. Dudé un momento (¡frío!), pero al final me metí—piedras negras bajo los pies, agua tan clara que podías ver pececillos nadando entre tus dedos. La comida fue lapas a la parrilla y harina de maíz frita en un sitio que Ricardo recomendaba mucho. Conocía a todos; los viejos saludaban desde las puertas, alguien nos dio un trozo de tarta de maracuyá “solo porque sí.”
El último tramo por Estanquinhos y Ginjas fue más tranquilo—solo el crujir de las ruedas sobre la grava y unas vacas mirándonos como si fuéramos el espectáculo del día. Mis zapatos se embarraron en la caminata por la Levada do Norte, pero ¿a quién le importa? La luz que se cuela entre las ramas de laurel es algo que aún recuerdo cuando no puedo dormir en casa.
Es una excursión de día completo con salida desde Funchal y recogida incluida.
Sí, hay tiempo para bañarse en las piscinas volcánicas de Porto Moniz o Seixal si el clima lo permite—lleva bañador.
Sí, la recogida es gratuita desde hoteles o direcciones céntricas en Funchal.
No incluye comidas fijas, pero hay paradas donde puedes comprar comida local; los guías suelen recomendar buenos sitios para almorzar.
Lleva calzado cómodo para caminar o hacer senderismo, bañador para las piscinas, una chaqueta porque el tiempo cambia rápido, y una cámara.
Los niños son bienvenidos si van acompañados de adultos; los bebés deben ir en brazos o en sillitas infantiles (que se proporcionan).
Sí, hay tiempo para explorar y pasear por el bosque Laurisilva de Fanal, declarado Patrimonio de la Humanidad.
El grupo es pequeño—hasta 8 personas por vehículo para una experiencia más personalizada.
Tu día incluye recogida en tu hotel o dirección céntrica en Funchal, transporte en jeep 4x4 descapotable con un guía local experto al volante, muchas paradas para fotos (y alguna escapada a panaderías), además de tiempo para nadar en las piscinas volcánicas de Porto Moniz o Seixal si el tiempo acompaña, antes de regresar a última hora de la tarde.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?