Recorrerás el verdadero corazón de Horta—from murales en el puerto hasta mercados animados y rincones secretos que solo conocen los locales. Escucha relatos que dan vida a cada parada y empápate de la vida cotidiana en este puerto atlántico—todo en solo medio día.
Comenzamos nuestro paseo justo junto a la marina—imposible perderse con todos esos murales salvajes que salpican las paredes del puerto. Nuestra guía, Ana, nos señaló uno recién hecho por una tripulación francesa que acababa de cruzar el Atlántico. El aire salado se mezclaba con pintura y diesel; casi podías saborear el océano. Siempre hay alguien arreglando un barco o saludando desde una cubierta.
Un corto paseo nos llevó al mercado de Horta. Los sábados son los mejores—agricultores de Faial e incluso de Pico montan puestos con quesos, miel y esos diminutos plátanos dulces que no había visto antes. El lugar vibraba con charlas en portugués y alguna que otra frase en inglés de marineros comprando fruta. Justo al lado hay un parque sombreado donde nos sentamos un momento, con botellas de agua en mano, observando a los viejos jugar a las cartas bajo los árboles.
La iglesia de Matriz fue la siguiente—un edificio enorme que antes fue un convento jesuita. Ana nos contó sobre su doble personalidad: un lado alberga ahora el museo de Horta (vale la pena entrar si te gustan los mapas antiguos), mientras que el otro es donde se hacen los trámites municipales. Es curioso ver a los locales entrando para papeleo justo al lado de turistas tomando fotos.
Más abajo, en la iglesia de Angústias, el ambiente se volvió más tranquilo. Está en el lugar donde Horta comenzó—nuestra guía nos mostró escudos de armas pintados en el techo del altar, cada uno ligado a una antigua familia de Faial. Casi puedes sentir la historia concentrada en este pequeño rincón.
Deambulamos por las estrechas calles de Porto Pim—contraventanas azules descoloridas, ropa tendida ondeando arriba y gatos que se escabullían entre las puertas. Las antiguas fortificaciones aún vigilan aquí; Ana explicó cómo mantenían a raya a los piratas hace siglos. Si escuchas con atención, puedes oír a las gaviotas peleando por restos de pescado detrás de los muros.
Ninguna visita a Horta está completa sin entrar en el Peter Café Sport. Es ruidoso, acogedor y está lleno de banderas de todos los rincones del mundo. Fundado en 1918 por Henrique Azevedo, es más que un bar—funciona también como oficina de correos para marineros y como tablón de anuncios no oficial para quien pasa por la ciudad. Tomamos un café en la barra (bien cargado) y vimos cómo dos tripulaciones compartían historias sobre tormentas en el mar.
¡Sí! El ritmo es tranquilo y la mayoría de los caminos son fáciles de recorrer—solo ten en cuenta que algunas calles son más empinadas de lo habitual. También se permiten cochecitos y animales de servicio.
La experiencia completa dura entre 3 y 4 horas, dependiendo del ritmo del grupo y de cuántas preguntas hagas durante el recorrido.
Lo mejor es llevar calzado cómodo, ya que caminaremos bastante. Proporcionamos agua embotellada, pero si quieres, puedes traer tus propios snacks o cámara.
Recibirás muchas historias locales (pasadas y presentes), agua embotellada para mantenerte hidratado, además de seguro de responsabilidad civil y de accidentes personales para tu tranquilidad.
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