Navega por la costa del Algarve desde Vilamoura Marina, explorando cuevas como Benagil y Gruta do Xorino con un guía local que comparte historias. Observa delfines en libertad y descubre playas escondidas y acantilados impresionantes. Risas, brisa marina, leyendas inesperadas y algún secreto antes de volver.
Al zarpar desde la Marina de Vilamoura, el aire olía a crema solar y sal marina — un niño ya reía al ver las gaviotas volando encima. Nuestro guía, Tiago, nos llamó con una sonrisa cómplice, como si supiera algo que nosotros no. Primero señaló Praia da Rocha Baixinha, el lugar donde empezó su empresa (y donde aprendió a nadar de pequeño). Había un orgullo divertido en su voz que me sacó una sonrisa. Los acantilados de la Playa de Falésia parecían de otro mundo — rojos y escarpados, con ráfagas de viento levantando arena. Intenté sacar una foto, pero el barco se movió justo entonces y solo salió mi pulgar.
Seguimos la costa pasando Albufeira — Tiago la llamó “la capital de la fiesta” pero confesó que prefiere sitios más tranquilos. En Praia dos Olhos de Água nos picó la curiosidad con un secreto sobre el nombre, aunque no quiso contarlo hasta más tarde (al final lo hizo: son manantiales de agua dulce que brotan justo en la arena). Al llegar a la Gruta do Xorino, nos contó una historia increíble sobre piratas que se escondían allí hace siglos. La cueva repetía cada palabra y juro que se podía sentir la antigüedad de esas rocas. La luz dentro era azul y fría, casi mágica pero también un poco inquietante.
Había visto fotos de la Cueva de Benagil antes, pero nada te prepara para esa primera imagen al asomarte por la entrada — la luz del sol cayendo como un foco sobre la arena dorada. Tiago esperó a que todos estuviéramos en silencio para contarnos sobre el Arco de San Valentín, cerca de allí (hay una tradición divertida de lanzar besos para atraer suerte; no diré si lo intenté). Navegamos por más cuevas y playas escondidas de las que puedo contar. Algunas olían a algas y piedra mojada, otras solo a mar puro.
El último tramo fue para buscar delfines. Tardó más de lo que pensé — casi media hora mirando las olas y entrecerrando los ojos al sol — pero de repente aparecieron: dos delfines nariz de botella saltando justo a nuestro lado como si nos hubieran estado esperando. Todos aplaudieron, incluso Tiago, que seguro los ve cada semana. De regreso, el ambiente se volvió más tranquilo, con el viento enredando el cabello y gaviotas siguiéndonos. Sigo recordando esa sensación — piel salada, brazos cansados de agarrarme fuerte, y esa mezcla extraña de calma y emoción que solo sientes al ver la naturaleza salvaje tan cerca.
No hay un tiempo exacto, pero cuenta con varias horas en el mar, paradas en cuevas y avistamiento de delfines antes de regresar a Vilamoura Marina.
Sí, los niños son bienvenidos, pero deben tener más de 4 años para participar.
No se garantiza porque los delfines son animales salvajes, pero los guías harán todo lo posible para encontrarlos.
Visitarás la Cueva de Benagil, Gruta do Xorino, la zona del Arco de San Valentín y otras cuevas más pequeñas de la costa del Algarve.
No se menciona recogida en hotel; la salida es desde Vilamoura Marina.
No se recomienda para embarazadas ni personas con problemas de columna o cardiovasculares.
Sí, se permiten animales de servicio a bordo según la información disponible.
Tu día incluye salida en barco desde Vilamoura Marina con un guía local que te llevará a la Cueva de Benagil, Gruta do Xorino, Praia da Rocha Baixinha y otros puntos destacados de la costa del Algarve—con tiempo para buscar delfines salvajes antes de regresar al puerto. También incluye seguro de responsabilidad civil para que disfrutes tranquilo durante toda la aventura.
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