Disfruta de vinos del Algarve en una bodega familiar, prueba snacks típicos y pasea por el histórico Silves con tiempo para perderte por sus calles. Con recogida en hotel y grupo reducido, te sentirás más invitado que turista, especialmente cuando sonrías ante algo sencillo, como la luz del sol sobre la piedra antigua.
Lo primero que me llamó la atención no fueron las viñas ni el paisaje, sino cómo nuestro conductor tarareaba una vieja canción de fado mientras salíamos de Albufeira. Las ventanas de la furgoneta estaban entreabiertas, dejando entrar esa brisa de media mañana, un poco polvorienta, cálida y con un aroma herbal que no supe identificar. Nos alejamos de la costa y el Algarve empezó a mostrar otra cara: olivos, tierra roja y destellos de casas blancas encaladas. Nuestra guía, Marta, señaló los naranjales y nos contó cómo su abuelo recogía fruta aquí antes de que el turismo lo cambiara todo. Me gustó que no tuviera prisa por contar sus historias; a veces se detenía en medio de una frase solo para saludar a alguien en un tractor.
La bodega parecía más la casa de alguien que un negocio. Gallinas picoteaban cerca de la entrada (una intentó picarme el zapato, no sé qué pensaría que escondía). Dentro, el olor era una mezcla suave de barricas y algo dulce, tal vez uvas fermentando. Paseamos entre las filas de viñas mientras Marta explicaba cómo las uvas locales resisten este sol tan intenso. No soy experta en vino, pero probar tres variedades con almendras saladas y queso local hizo que todo tuviera sentido. Había un rosado que sabía a fresas y polvo al mismo tiempo, difícil de describir, pero que aún recuerdo con cariño.
Después tuvimos tiempo libre en Silves, un lugar de calles empedradas y tejados de terracota desgastados. Me perdí buscando una panadería que Marta recomendó (dijo “busca los azulejos azules” pero había tantos), y eso fue parte de la diversión. Los locales se sentaban fuera de pequeños cafés jugando a las cartas o simplemente observándonos pasar; un anciano me miró con una sonrisa como si supiera justo dónde me había equivocado. El castillo dominaba el paisaje, pero sinceramente, sentarme en un banco con mi pastelito después de tanto vino fue el mejor momento.
La excursión dura varias horas, incluyendo el traslado desde Albufeira, la visita a la bodega, las catas y el tiempo libre en Silves.
Sí, la recogida y regreso al hotel en Albufeira están incluidos para tu comodidad.
Probarás tres vinos locales del Algarve: tinto, blanco y rosado, acompañados de snacks regionales.
No se incluye almuerzo completo, pero disfrutarás de snacks seleccionados durante la cata en la bodega.
Sí, los niños pueden unirse; hay asientos especiales para bebés y se permiten cochecitos o carriolas para los más pequeños.
Sí, según el proveedor, la excursión es accesible para personas en silla de ruedas.
Sí, tendrás tiempo para explorar Silves a tu ritmo después de la visita a la bodega.
Sí, se permiten animales de servicio en esta excursión en grupo reducido.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel en Albufeira en minivan con aire acondicionado, visita guiada a una bodega familiar con cata de tres vinos locales y snacks regionales, tiempo para recorrer Silves por tu cuenta y acompañamiento amable durante toda la experiencia, sin preocuparte por transporte ni entradas.
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