Recorrerás Perú de punta a punta—desde las calles coloniales de Lima hasta las costas salvajes de Paracas, sobrevolarás las antiguas líneas de Nazca, explorarás los misterios de Cusco y Machu Picchu, caminarás por lagos y montañas a gran altura, y terminarás entre islas flotantes en el Lago Titicaca. Si buscas variedad real—historia, gastronomía, aventura y cultura local en un solo viaje—esta excursión lo tiene todo sin prisas.
La primera mañana en Lima se sintió un poco difusa—quizás por el aire del mar o simplemente por la emoción. Tras un rápido traslado desde el aeropuerto (nuestro conductor ya nos saludaba cuando aterrizamos), dejamos las maletas en el hotel y tomamos un café en un puesto callejero cerca del Parque Kennedy. El tour por la ciudad empezó por la tarde. Caminando por la Plaza Mayor, escuchaba las campanas de las iglesias resonando entre los antiguos edificios coloniales. Nuestro guía señalaba pequeños detalles en los balcones que jamás habría notado solo. Al caer la tarde, el tráfico empezó a aumentar y regresamos para descansar y prepararnos para un inicio temprano.
El segundo día comenzó antes del amanecer—las 4 a.m. son duras, pero valen la pena para llegar a Paracas. El viaje en bus hacia el sur fue tranquilo; la mayoría se quedó dormida hasta que sentimos la brisa salada de Paracas. En el muelle, los pelícanos peleaban por restos mientras abordábamos un pequeño bote hacia las Islas Ballestas. Los lobos marinos ladraban desde las rocas y se percibía el olor del océano mezclado con guano (no es precisamente agradable, pero es auténtico). Avistamos el misterioso geoglifo del Candelabro en una ladera arenosa—nadie sabe realmente quién lo hizo. Más tarde, en Ica, tras recorrer la Plaza de Armas y probar pisco en una bodega local (el aroma a uva queda en el aire), nos dirigimos al oasis de Huacachina para practicar sandboard y pasear en buggy por las dunas—la arena se mete por todos lados, pero es una diversión garantizada.
La mañana siguiente nos llevó a Nazca para el famoso sobrevuelo. El pequeño avión vibraba mientras sobrevolábamos las enormes figuras—el mono, el colibrí, el cóndor—grabadas en el desierto infinito. Es surrealista verlas desde el aire; en tierra, ni imaginarías que están ahí. Después, otro largo viaje en bus nos devolvió a Lima para pasar una última noche antes de partir hacia Cusco.
Cusco te golpea con la altura desde el primer momento—por suerte, el mate de coca en el check-in ayuda bastante. El tour por la ciudad incluyó las paredes doradas del Koricancha y las enormes piedras de Sacsayhuamán (aún no entiendo cómo las movieron). En el mercado de Pisac al día siguiente, mujeres con faldas coloridas vendían desde sombreros tejidos hasta snacks de maíz morado; compré una bolsa de cancha salada para picar durante el viaje por el río hacia Urubamba para almorzar (prueba el rocoto relleno si te gusta el picante). Las terrazas de Ollantaytambo son empinadas, pero subir vale la pena por las vistas sobre los techos rojos.
El día en Machu Picchu empezó antes del amanecer, con caras somnolientas subiendo en buses por caminos serpenteantes entre la niebla de la selva. Nuestro guía explicó cómo funcionan los circuitos de entrada—solo ciertos senderos están abiertos cada día—y nos llevó junto a llamas pastando entre piedras ancestrales. Hay algo especial en estar ahí mientras las nubes pasan; aunque haya otros visitantes, se siente íntimo de alguna manera. Tras la visita, tuvimos tiempo en Aguas Calientes para almorzar (la trucha es fresca) antes de tomar el tren de regreso a Cusco.
Maras y Moray me sorprendieron—las piscinas de sal brillan blancas bajo el sol mientras las terrazas circulares de Moray parecen casi extraterrestres entre las colinas verdes. Mujeres locales venden sal rosada en bolsas cerca de Maras; compré un poco como recuerdo (queda deliciosa espolvoreada sobre tomates). El lago Humantay significó otro inicio temprano y una caminata exigente—el aire fino hace que cada paso cuente—pero llegar a esas aguas turquesas rodeadas de picos nevados es algo que no olvidaré pronto.
La montaña de los Siete Colores fue aún más dura—un viento frío azotaba las llanuras abiertas llenas de alpacas—pero cuando finalmente coronas la última colina y ves las franjas de tierra roja y dorada desplegadas abajo… las fotos no le hacen justicia. De regreso en Cusco por la tarde, todos estábamos cansados pero felices.
Puno nos llevó al Lago Titicaca, donde los botes navegan entre islas flotantes de totora hechas a mano—los Uros nos mostraron cómo tejen desde casas hasta embarcaciones con estas cañas (me dejaron intentar tejer también; lo mío quedó algo torcido). En la isla Taquile, el almuerzo vino acompañado de vistas al lago tan amplias que pierdes la noción del tiempo viendo cómo la luz baila sobre el agua azul.
Las entradas a Machu Picchu dependen de la disponibilidad del Ministerio de Cultura de Perú. Si no hay tickets para tus fechas o circuito elegido (1 o 2), te reembolsarán el paquete completo.
Se requiere un estado físico moderado—hay caminatas en altura (como el lago Humantay y la montaña de los Siete Colores) además de recorridos a pie por ruinas y ciudades. Algunos días empiezan muy temprano.
¡Sí! El desayuno está incluido la mayoría de los días, además de varios almuerzos (como el buffet en Urubamba o la comida en la isla Taquile). También tendrás oportunidades de probar platos locales durante el recorrido.
Todo el transporte interurbano está organizado: buses entre Lima-Paracas-Ica-Nazca-Lima-Cusco-Puno, además de trenes hacia/desde Machu Picchu y paseos en bote por el Lago Titicaca están incluidos.
Tu paquete incluye traslados en aeropuerto en Lima y Cusco; excursiones guiadas con expertos locales en cada sitio principal; todas las entradas a atracciones (incluyendo circuito 1 o 2 de Machu Picchu si están disponibles); buses interurbanos; boletos de tren Ollantaytambo–Aguas Calientes–Ollantaytambo; paseos en bote en Islas Ballestas y Lago Titicaca; aventuras en sandboard y tubulares en Huacachina; desayunos la mayoría de los días y almuerzos selectos; bastones para caminatas en montaña; soporte de oxígeno si es necesario; recogidas y traslados en hoteles; además de guías profesionales en los principales atractivos de Perú.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?