Si buscas algo más que turismo, este curso de supervivencia en la Amazonía te sumerge en la vida real de la selva—aprendiendo con guías locales, construyendo balsas, acampando junto a ríos y viendo animales de cerca todos los días.
El aire en Iquitos se sentía denso y cálido cuando nos encontramos con nuestro guía temprano esa mañana—mochilas listas, un poco nerviosos, pero sobre todo emocionados. Tras un corto viaje a Nauta, subimos a una lancha larga de madera. El río estaba tranquilo al principio, luego se adentraba serpenteando entre el verde. Cinco horas después, llegamos a la Reserva Tamshiacu Yanayacu. Esa noche en el campamento base, los sonidos de la selva—ranas, monos aulladores a lo lejos—me mantuvieron despierto más tiempo de lo que esperaba.
El día siguiente comenzó con huevos y café dulce antes de partir hacia la Laguna Yarina. La caminata de tres horas estuvo embarrada en algunos tramos; mis botas chorreaban con cada paso. Nuestro guía, Julio, se detuvo para mostrarnos cómo identificar lianas de agua—cortó una y nos dejó probar el agua fresca que guardaba. Vimos pequeños monos ardilla saltando por encima y escuchamos guacamayos chillando en la copa de los árboles. Julio señaló una planta que los locales usan para el dolor de cabeza; aplastó una hoja y nos dejó oler su aroma intenso.
Pasamos otro día aprendiendo trucos de supervivencia—cómo construir refugios con hojas de palma, qué insectos son comestibles (sí, probé uno), y cómo escuchar la lluvia acercándose entre los árboles antes de sentirla. Dormir en la Laguna Yarina fue tranquilo pero extraño; el aire nocturno zumbaba con insectos y a veces se oían peces saltando cerca.
Construir una balsa con madera de balsa no fue tan fácil como en las películas. Mis manos quedaron pegajosas por la savia, pero remar por la Laguna Yarina en algo que hicimos nosotros mismos fue una experiencia increíble. Pescamos pirañas con líneas simples—atrapamos dos pequeñas que luego asamos en la fogata esa noche.
La caminata al río Tahuayo duró unas cuatro horas bajo sombra densa. El sudor me corría por la espalda, pero hubo momentos en que todo quedaba en silencio excepto nuestros pasos y el canto lejano de los pájaros. En el campamento del río Tahuayo, cocinamos arroz y pescado juntos mientras murciélagos volaban a nuestro alrededor al anochecer.
Algunos aprovecharon el sexto día para explorar con Julio—él les mostró dónde juegan las nutrias gigantes del río—pero yo me quedé junto al agua viendo libélulas rozar la superficie. La cena esa noche supo mejor que cualquier restaurante después de un día completo en la selva.
De regreso por el bosque hacia la Laguna Yarina, me di cuenta de cuánto había aprendido—no solo sobre plantas o animales, sino también sobre cómo moverse en silencio por este lugar sin dejar huellas. En nuestra última mañana, el desayuno fue sencillo: fruta y pan con café fuerte mientras la niebla se levantaba sobre la laguna. Ya por la tarde estábamos de vuelta en Nauta, cansados pero con una sonrisa—y con muchas ganas de una ducha caliente en Iquitos.
Este curso está pensado para todos los niveles físicos—no necesitas experiencia previa. Los guías enseñan cada habilidad paso a paso y adaptan las actividades según el grupo.
Incluye tres comidas diarias—platos locales como arroz, pescado o pollo, fruta fresca y café o té por las mañanas.
No se recomienda este tour si estás embarazada o tienes problemas de columna o cardiovasculares por las caminatas y el camping.
No necesitas equipo especial más allá de ropa cómoda y zapatos resistentes; todas las herramientas de supervivencia las proporciona el guía.
Tu viaje incluye todo el transporte desde Iquitos a Nauta y regreso, guías locales expertos durante toda la aventura, todas las comidas (desayunos, almuerzos y cenas), además de todas las actividades en la selva—desde construir balsas hasta caminatas guiadas y montar el campamento.
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