Comienza temprano en Cusco y disfruta el amanecer sobre el Valle Sagrado desde el tren panorámico antes de explorar las terrazas y templos de Machu Picchu con un guía local. Risas en caminos serpenteantes, ruinas envueltas en neblina que se aclaran con el sol y momentos especiales con gente local, mientras todo el transporte y entradas están cubiertos para que solo disfrutes.
Confieso que casi no sueno la alarma — las 5:30 am son duras, sobre todo en el frío y la oscuridad de Cusco. Pero cuando empezamos a salir de la ciudad rumbo a Ollantaytambo, ya estaba bien despierto. Las ventanas del auto se empañaban con nuestro aliento y el conductor (¿Luis? Creo que sí) ponía música andina antigua a volumen bajo. Hay algo en ver el sol asomarse sobre esas colinas verdes que te hace olvidar la hora. No esperaba sentirme tan despierto tan temprano.
El tren panorámico fue más cómodo de lo que imaginaba — ventanas grandes por todos lados, incluso arriba. Era como deslizarse dentro de una postal en movimiento: ríos brillando como plata, terrazas apiladas como escaleras gigantes, nubes rozando las cumbres. Algunos dormían, pero yo pasé casi todo el viaje con la frente pegada al vidrio. Al llegar a Aguas Calientes (el pueblo bajo Machu Picchu), nos recibió un aire cálido mezclado con eucalipto y olor a cebolla frita de los puestos de desayuno. Nuestra guía, Mariela, levantó un cartelito y sonrió al vernos aún medio dormidos.
El bus que sube por esas curvas cerradas no es para cualquiera — giros en horquilla y vistas de precipicios de vértigo. Mariela nos distrajo con historias de ingenieros incas y nos mostró orquídeas aferradas a ramas cubiertas de musgo. En Machu Picchu... bueno, nada te prepara para pisar esas piedras después de tanta espera. Al principio la neblina cubría las ruinas; luego el sol rompió entre las nubes y todo se volvió nítido — llamas pastando, muros encajando como piezas de rompecabezas. Caminamos horas mientras Mariela explicaba detalles que jamás habría notado solo (se rió cuando intenté pronunciar “Intihuatana”). Mis zapatos se embarraron, pero no me importó.
Después tuvimos justo tiempo para un café en Aguas Calientes antes de regresar — todo es un poco borroso ahora salvo por ese momento en que un anciano del mercado me entregó una pulsera tejida “para la suerte”. El viaje de vuelta en tren se sintió más lento, quizá porque nadie hablaba mucho, solo mirábamos el crepúsculo caer sobre el valle. Aún recuerdo esa primera vista de Machu Picchu — qué silencio había allá arriba a pesar de las cámaras disparando a mi alrededor.
El tour completo dura unas 16 horas incluyendo el traslado; sales temprano de Cusco y regresas alrededor de las 9:30 pm.
Sí, la recogida y devolución en hotel en Cusco están incluidas en la reserva.
Sí, las entradas a Machu Picchu están incluidas en el paquete de día completo.
Viajarás en un tren turístico panorámico con amplias vistas del Valle Sagrado rumbo a Aguas Calientes.
Disfrutarás aproximadamente 2 horas y 30 minutos explorando Machu Picchu con un guía profesional.
No incluye almuerzo; tendrás tiempo libre en Aguas Calientes para comer o comprar algo en cafés o mercados locales.
Lleva tu pasaporte (obligatorio), calzado cómodo, ropa para lluvia (el clima cambia rápido), agua y algo de efectivo para snacks o recuerdos.
El tour requiere buena condición física; no se recomienda para personas con problemas cardiovasculares o movilidad limitada por el terreno irregular.
Tu día incluye recogida y devolución en hotel en Cusco, traslado privado en auto a la estación de Ollantaytambo ida y vuelta, boletos en tren panorámico turístico a Aguas Calientes y regreso, bus ida y vuelta a Machu Picchu, entradas necesarias para la ciudadela, y guía local experto para que no tengas que preocuparte por nada.
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