Viaja de Arequipa a Puno en solo dos días—relájate en aguas termales cerca de Chivay, observa cóndores al amanecer en el Cañón del Colca y conoce a la gente de pueblos andinos en el camino. Este tour es ideal si buscas experiencias auténticas y un traslado cómodo directo al lago Titicaca.
El aire de la mañana en Arequipa estaba fresco mientras esperábamos nuestro transporte—un frío justo para abrigarse un poco. Nuestro guía, Luis, nos recibió con una sonrisa y un resumen rápido del día que nos esperaba. Al salir de la ciudad, el paisaje cambió rápido: llanuras planas salpicadas de vicuñas salvajes en la Reserva Salinas y Aguada Blanca. Hicimos una parada en Pampa Cañahuas, donde el viento traía ese aroma a tierra que solo se siente en lo alto de los Andes. Algunos vendedores ambulantes ofrecían té de coca—la verdad, ayuda bastante con la altura.
A media mañana llegamos a Chivay. La Plaza de Armas del pueblo tenía un movimiento tranquilo—los locales montando puestos de frutas, niños corriendo alrededor de la fuente. El almuerzo fue sencillo pero contundente; probé sopa de quinoa y un filete de alpaca en un lugar que recomendó Luis (no recuerdo el nombre, pero tenía sillas azules y vista a las colinas). Después de instalarnos en el hotel, hubo tiempo para disfrutar de las aguas termales de La Calera. El agua está a unos 30°C—lo justo para relajarse después de horas en la carretera. Si te animas, por la noche hay una cena opcional con danza folclórica; nosotros escuchamos un poco desde afuera—una mezcla de risas y música de zampoña que se colaba en el aire frío.
La mañana siguiente empezó temprano—desayuno a las cinco no es lo mío, pero es necesario para llegar al mirador Cruz del Cóndor y ver a estas aves majestuosas planear sobre el Cañón del Colca antes que lleguen las multitudes. En el mirador, todos nos quedamos en silencio cuando aparecieron esos enormes cóndores—sus alas reflejando el sol mientras giraban sobre nosotros. Es imposible no sentirse pequeño parado ahí, con las paredes del cañón cayendo a nuestros pies.
El regreso fue por pueblos como Maca y Yanque—cada uno con su encanto: iglesias encaladas, mujeres vendiendo quesos en canastas tejidas, perros dormitando en las puertas. Paramos varias veces para fotos y snacks (prueba el helado de queso si lo ves). Almorzamos de nuevo en Chivay—esta vez pedí rocoto relleno—y luego cambiamos de bus rumbo a Puno. El último tramo cruzó el paso Patapampa a casi 4,900 metros; la nieve aún se aferraba a las cumbres lejanas, aunque abajo brillaba el sol.
Llegamos a Puno justo después del atardecer—el cielo se pintaba de rosa sobre el lago Titicaca mientras entrábamos a la ciudad. Son un par de días intensos, pero vale cada minuto si quieres descubrir este lado del Perú sin prisas y disfrutando cada detalle en el camino.
Sí—es familiar y apto para casi todas las edades. Solo ten en cuenta que hay madrugadas y zonas de gran altura; consulta con tu médico si tienes alguna condición.
Conviene llevar algo de efectivo. En pueblos como Chivay prefieren efectivo para snacks o recuerdos—incluso algunos cafés no aceptan tarjeta.
El desayuno está incluido ambos días; almuerzos y cenas son por tu cuenta para que pruebes platos locales donde quieras.
Si tu hotel está en el centro de Arequipa, sí. Si no, el punto de encuentro es la plaza principal a las 7:30 AM en punto.
Una noche de hotel en Chivay (alojamiento estándar), entradas al Cañón del Colca, transporte compartido en bus o van entre Arequipa–Chivay–Puno, guía en inglés durante los dos días, desayuno cada mañana, recogida en hoteles céntricos de Arequipa y traslado final a la estación de buses o plaza principal de Puno.
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