Recorre senderos ancestrales en este trek por el Camino Inca a Machu Picchu desde Cusco: ríe con los porteadores al amanecer, sube el Abra de la Mujer Muerta con el ánimo de tu guía, disfruta comidas calientes bajo estrellas frías y finalmente contempla Machu Picchu aparecer entre la neblina en Intipunku. Prepárate para piernas cansadas y recuerdos que duran mucho más de lo que imaginas.
Hay un momento — justo después de que la van te deja en el Km 82 y todos están acomodando sus mochilas — cuando escuchas a un porteador reír en quechua, claro y alegre con la luz del amanecer. Ahí caí en cuenta: esto no era solo una caminata hacia Machu Picchu, era un mundo entero moviéndose al mismo ritmo. Nuestro guía, Juan Carlos, repartió hojas de coca (todavía no me acostumbro a ese sabor amargo) y nos contó cómo su abuela caminaba por estas piedras cuando era niña. El aire olía a eucalipto y polvo. Me costó un poco manejar los bastones de trekking — nunca los había usado — y entonces partimos por el Camino Inca.
La subida por el Abra de la Mujer Muerta no es juego. Cuatro horas de zigzags, rodillas ardiendo, pulmones peleando con la altura. Pero había una señora mayor de Lima en el grupo que seguía adelante, tarareando algo que no reconocí. En la cima — a 4215 metros — todos callamos excepto el viento. Recuerdo a Juan Carlos señalando el río Pacaymayu abajo y diciendo que para los incas las montañas eran espíritus vivos. En ese silencio, todo tenía sentido. Los almuerzos siempre calientes — arroz, trucha, hasta una bebida de maíz morado que me manchó los labios (pedí segunda ronda). Las noches eran más frías de lo que esperaba; una vez desperté y vi a Orión justo sobre la entrada de mi carpa.
Al tercer día, mis piernas parecían de otra persona pero también más ligeras. Pasamos entre nubes en Phuyupatamarka (“pueblo en las nubes”, sonrió Juan Carlos), terrazas apiladas como escaleras verdes hacia el río Urubamba. Aquí el camino se volvió más silencioso — solo pájaros y el sonido de nuestras botas sobre piedras resbalosas por la neblina matutina. Wiñay Wayna parecía irreal entre la niebla; muros cubiertos de musgo y orquídeas por todos lados. Esa noche hubo happy hour con palomitas de maíz (sí, ¡palomitas!) antes de cenar — todos reunidos compartiendo historias de ampollas, casas o lo que saliera.
La última mañana empezó en la oscuridad — linternas moviéndose mientras caminábamos hacia Intipunku, la Puerta del Sol. Cuando Machu Picchu apareció por ese hueco… me quedé parado un minuto para asimilarlo mientras los demás sacaban fotos. Nuestro guía nos dio espacio, pero luego nos llevó por cada rincón de la ciudadela con historias sobre la piedra y ciudades perdidas — apenas podía seguirle el ritmo tomando notas en el móvil. El tren de regreso a Cusco se sintió como flotar después de tantos días a pie. A veces, cuando huelo tierra mojada después de la lluvia, me transporta directo a ese lugar — ¿sabes?
El trek dura 4 días y 3 noches desde Cusco hasta Machu Picchu.
Sí, te recogen en tu hotel en Cusco a las 4:20 am del primer día.
Todas las comidas son preparadas frescas por chefs durante la caminata y están incluidas.
El punto más alto es el Abra de la Mujer Muerta a 4215 metros.
No, un porteador personal carga hasta 7 kg por persona.
Sí, la entrada a Machu Picchu está incluida en la reserva.
Hay agua potable segura disponible para rellenar botellas y camel bags durante todo el trek.
Las carpas son para cuatro personas pero solo usan dos para mayor comodidad.
Tu viaje incluye recogida en hotel en Cusco antes del amanecer, todas las entradas necesarias (incluyendo Machu Picchu), montaje de campamento cada noche por porteadores, agua potable segura en cada etapa del Camino Inca, comidas frescas preparadas por chefs (¡incluso palomitas!), un porteador personal que carga hasta 7 kg de tu equipo, tours guiados en todos los sitios importantes como Wiñay Wayna y Machu Picchu, y el tren de regreso desde Aguas Calientes a Cusco con traslado hasta tu hotel al final del día.
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