Si buscas algo más que fotos de Machu Picchu, esta excursión de cuatro días por el Camino Inca Jungle combina ciclismo, rafting, caminatas, tirolesas e incluso un baño en aguas termales, con momentos auténticos entre los paisajes y la gente de Perú.
La primera mañana comenzó temprano en Cusco—todavía frío, con ese aire fino de montaña que hacía que mi mochila pesara más de lo normal. Nuestro guía nos esperaba en el lobby del hotel, con una sonrisa y bromas rápidas. El viaje hasta Abra Málaga duró unas tres horas; me quedé dormido un rato pero desperté justo al llegar al paso. El viento allá arriba es cortante y frío, pero la vista es infinita—nieve a un lado, valles verdes al otro. Nos entregaron las bicicletas (la mía tenía buenos frenos, lo cual agradecí) y empezamos a bajar hacia Huamanmarca. Es increíble lo rápido que se pierde altitud; mis manos se entumecieron de tanto agarrar el manubrio, pero a mitad de camino ya se olía la tierra mojada y las plantas de la selva. El almuerzo en Santa María fue sencillo pero contundente—arroz, pollo y un jugo dulce de fruta local.
Por la tarde cambiamos las bicicletas por los remos y nos lanzamos al río Urubamba. Nunca había hecho rafting—la verdad, estaba un poco nervioso—pero nuestro guía explicó todo en español e inglés. El agua está fría pero no congelada; después de unos cuantos chapuzones, ya no te importa. La cena esa noche en Santa María fue animada, con charlas de otros viajeros—todos compartiendo historias de casi accidentes en el río o de lo rápido que habían ido en bici.
El día siguiente empezó con huevos y pan al amanecer—los gallos cantando cerca. Caminamos entre cafetales y platanales rumbo a Santa Teresa, a veces viendo piedras incas antiguas asomando entre la tierra. Hay un tramo donde se camina por lo que queda de un antiguo sendero; nuestro guía señaló unas piedras desgastadas que la mayoría no notaría si no estuviera atento. Después del almuerzo en Quillomayo (vale la pena probar la trucha), cruzamos un cañón en tirolesa—una experiencia que aceleró el corazón—y luego bajamos a las aguas termales de Cocalmayo. Sentarse en esas piscinas calientes mientras el crepúsculo caía sobre la selva fue una recompensa pura; vapor elevándose, ranas croando cerca.
El tercer día significó más caminata—esta vez hasta Llactapata para tener la primera vista real de Machu Picchu a lo lejos. Es más pequeño de lo que uno espera en las fotos, pero verlo asomarse entre las nubes es otra cosa. El almuerzo en Hidroeléctrica fue rápido (otra vez mucho arroz), luego seguimos las vías del tren hasta Aguas Calientes mientras los trenes pasaban de vez en cuando. El pueblo está lleno de vida—puestos de mercado vendiendo ponchos y snacks por todos lados—pero hay tiempo para pasear antes de cenar con el grupo.
El día de Machu Picchu empieza temprano—algunos toman el bus, pero yo decidí caminar (toma unos 90 minutos si vas constante). Nuestro guía nos esperaba en la entrada justo a tiempo; conocía cada rincón de esas ruinas y contaba historias de cada templo y terraza que las hacía cobrar vida. Si te queda energía, subir Huayna Picchu es un reto extra (yo lo omití esta vez). Volver a Aguas Calientes fue agridulce—no quería que terminara aún—pero todavía quedaba un largo viaje de regreso a Cusco.
Necesitarás una condición física moderada porque incluye ciclismo, caminatas (a veces empinadas), rafting y tirolesa—pero nuestros guías acompañan a todos durante el recorrido. Si te sientes cómodo siendo activo al aire libre varias horas al día, estarás bien.
Sí—todas las comidas principales están incluidas durante la excursión. Espera muchos platos típicos peruanos: arroz, pollo o trucha, jugos frescos de frutas, además de opciones vegetarianas si las necesitas.
Lleva ropa en capas—hace frío en las alturas pero calor en la selva. Un buen calzado para caminar es esencial; también trae traje de baño para las aguas termales de Cocalmayo y ropa impermeable por si acaso.
Tu entrada a Machu Picchu está cubierta. Contarás con un guía profesional bilingüe que te acompañará todo el tiempo y compartirá historia y datos en cada parada.
Incluye todo el transporte (buses entre pueblos y regreso a Cusco), entradas—incluyendo Machu Picchu y las aguas termales de Cocalmayo—un equipo completo de bicicleta con equipo de seguridad para los días de ciclismo, alojamiento básico cada noche (posibles mejoras a habitación privada), todas las comidas principales durante la caminata, y apoyo completo de tu guía bilingüe de principio a fin.
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