Recorre el cinturón de canales de Ámsterdam en un pequeño barco eléctrico con el Capitán Jack, pasando por lugares como el Puente Delgado y el Rijksmuseum mientras escuchas historias locales. Disfruta de bebidas a bordo, mantas para el frío y momentos en los que la ciudad parece estar al alcance de la mano. Un paseo tranquilo, personal y que hace que Ámsterdam se sienta a la vez grandiosa y cercana.
Lo primero que me llamó la atención fue lo bajo que íbamos sobre el agua, casi a la altura de los viejos ladrillos del canal. El Capitán Jack (sí, así se presenta) nos saludó con una sonrisa relajada, como si solo estuviera esperando que llegáramos. Éramos solo ocho personas, más parecía un paseo con amigos que una excursión. Los cojines eran tan cómodos que casi olvidé el cansancio de caminar toda la mañana. Alguien detrás mío comentó el aroma a gofres recién hechos que llegaba desde el mercado de Waterlooplein justo cuando partíamos. No me lo esperaba.
Navegamos bajo el Puente Delgado justo cuando dos ciclistas se detuvieron arriba para darse un beso—Jack se rió y nos contó que dicen que trae suerte hacerlo ahí. Nos contó historias del barrio Jordaan y cómo las calles llevan nombres de flores y árboles. En un momento bajó la velocidad para que pudiéramos mirar por la ventana de una casa flotante (un gato nos observaba curioso). El cinturón de canales se veía distinto desde el agua—el Rijksmuseum asomándose a lo lejos, las tiendas de antigüedades del Spiegelkwartier reflejándose en pequeñas ondas. Era más tranquilo de lo que imaginaba, salvo por algún timbre de bicicleta o alguien gritando en holandés desde una terraza.
Intenté pedir una bebida en holandés—Jack me corrigió con paciencia y aún así me sirvió un poco más (“para dar valor,” guiñó). El sol salió a mitad del paseo y de repente todo se sintió más cálido; las mantas quedaron a un lado y la gente empezó a señalar lugares que reconocían de postales—el Museo de Casas Flotantes, la plaza Leidseplein con su mezcla de bares. Pasamos bajo puentes tan bajos que casi podías tocarlos estirando el brazo (aunque Jack avisó que no lo hiciera). A veces pausaba sus historias solo para que escucháramos la ciudad—una campana de iglesia resonando detrás de Westerkerk, o niños riendo a lo largo del Prinsengracht.
Sigo recordando esa vista hacia el Rijksmuseum cuando dimos la vuelta—la luz reflejándose en ventanas antiguas, todos en silencio por un momento como si de repente nos diéramos cuenta de lo vieja que es esta ciudad. El paseo terminó cerca de Jordaan, pero nadie parecía con ganas de bajarse aún; tal vez porque se sentía menos como una visita turística y más como ser parte de algo local. Así que sí, si buscas un paseo por los canales de Ámsterdam sin prisas ni aglomeraciones—con asientos cómodos y mantas—esto es lo que necesitas.
El paseo dura aproximadamente 90 minutos (1.5 horas).
Sí, las familias con niños son bienvenidas y los bebés pueden sentarse en el regazo de un adulto o permanecer en cochecito.
Pasarás por sitios como el Puente Delgado, el barrio Jordaan, Rijksmuseum, Spiegelkwartier, Leidseplein, Museo de Casas Flotantes y más a lo largo de los principales canales de Ámsterdam.
Hay una pequeña selección de bebidas que puedes comprar durante el paseo.
Sí, en invierno usan un barco cerrado y calefaccionado para mayor comodidad.
El paseo comienza y termina cerca de Jordaan, en el centro de Ámsterdam.
Sí, a bordo incluyen mantas (y paraguas) si es necesario.
Es un tour en grupo pequeño—no privado, pero limitado para mantenerlo íntimo.
Tu día incluye todas las tasas y cargos desde el inicio; navegarás en un barco eléctrico de lujo con cojines cómodos y mantas o paraguas si hace falta. Hay bebidas disponibles para comprar a bordo antes de regresar al punto de partida cerca de Jordaan tras unos 90 minutos por los canales de Ámsterdam.
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