Vuela desde Queenstown con un piloto local que te guía sobre montañas salvajes hasta Milford Sound, donde embarcarás en un crucero entre cascadas y quizás delfines o focas. Ventanas grandes para que no te pierdas ni un detalle; té y café para calentar las manos mientras navegas bajo acantilados imponentes. Si te encanta sentirte pequeño y afortunado a la vez, este día te queda grabado.
Lo primero que recuerdo es ese cosquilleo en el estómago cuando nuestro avión despegó de Queenstown. Nuestro piloto — Pete, que parecía haber nacido en estas montañas — nos sonrió y empezó a señalar lugares que solo había visto en postales. Las ventanas eran enormes, imposible no dejarse llevar por la maravilla. Nieve en las cumbres, ese azul verdoso profundo abajo, y de vez en cuando Pete soltaba un chiste sobre ovejas o glaciares (creo que ya los había contado antes, pero igual hacían gracia).
No esperaba que el aterrizaje en Milford Sound fuera tan… silencioso. Sales y te recibe un aroma a musgo denso, casi húmedo pero fresco. Pete nos llevó directo a la terminal de barcos — sin confusiones ni “¿por dónde vamos?” — y nos despidió con un gesto. A bordo, la gente buscaba sitio en la cubierta abierta. El agua era más oscura de lo que imaginaba. En un momento alguien gritó “¡delfines!” y todos se volcaron a un lado; casi se me cae el té (que, por cierto, estaba bastante bueno — no siempre pasa en los barcos). El capitán redujo la velocidad cerca de unas focas tomando el sol sobre rocas que parecían resbaladizas como jabón.
Navegamos bajo Sterling Falls y nos roció la cascada — pequeñas agujas frías en la cara si te quedabas afuera mucho rato. Me hizo reír a carcajadas; un niño a mi lado sacó la lengua para atrapar la bruma. El crucero duró casi dos horas, pero el tiempo parecía estirarse, como si el espacio y el silencio entre los acantilados alargaran cada instante. De regreso a Queenstown, volando otra vez sobre esas crestas, no podía dejar de pensar lo pequeños que debemos parecer desde aquí arriba. Y aún lo creo.
El crucero dura al menos 1 hora y 45 minutos; sumando vuelos y traslados, calcula casi todo el día.
No incluye recogida en hotel; la salida es desde el aeropuerto de Queenstown.
No hay comidas completas, pero sí té y café gratis durante el crucero.
Sí, los niños pueden ir acompañados de un adulto; se ofrecen asientos para niños y protectores auditivos para bebés bajo pedido.
Podrás ver colonias de focas, pingüinos o delfines jugando tras el barco.
Sí, el piloto local ofrece información interesante durante todo el vuelo panorámico.
Se requiere un mínimo de dos personas para confirmar la salida de cada vuelo.
Tu día incluye salida desde el aeropuerto de Queenstown con asiento garantizado junto a la ventana en un vuelo panorámico pilotado por un guía local que comparte historias durante el trayecto; al aterrizar en Milford Sound te llevan directo a la terminal de barcos para un crucero de casi dos horas con cubierta abierta para avistar fauna; durante el paseo se sirve té y café gratis antes de regresar volando por los mismos paisajes épicos.
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