Despegarás sobre el glaciar Franz Josef con una piloto local que conoce cada montaña, volarás sobre selva hasta el aire puro de los Alpes, y aterrizarás en lo alto para diez minutos de silencio salvaje (o risas si se te cae el guante). El vuelo es corto pero inolvidable — puede que extrañes esos picos mucho después de volver a tierra firme.
Apenas nos abrochamos los cinturones, las hélices levantaron ese viento frío y cortante — ya sabes, ese que te pica las mejillas antes de despegar. Nuestra piloto, Sarah (local que conoce cada pico por su nombre), nos sonrió y preguntó si estábamos listos. Asentí, aunque la verdad, el estómago me daba vueltas. El helicóptero se elevó y de repente el glaciar Franz Josef estaba justo debajo, con sus venas azules y pliegues blancos deslizándose entre la selva. No podía dejar de pensar en lo cerca que se veía todo desde ahí arriba — más cerca que cualquier foto.
En algún punto sobre la línea de árboles, Sarah señaló una cresta donde su padre solía caminar de niño. La radio chisporroteó con su voz y luego quedó en silencio por un momento — solo el zumbido de las hélices y ese silencio raro que se siente sobre la nieve. Aterrizamos en una zona rocosa (sin nieve hoy, solo viento y polvo) y salimos. Olía a piedra fría y a algo punzante que no supe identificar. Mis botas crujían sobre la grava que parecía estar ahí desde siempre. Solo tuvimos unos diez minutos arriba, pero parecieron más; intenté grabar en mi mente cómo las nubes se movían sobre esos picos. Alguien se rió detrás de mí — creo que fue otro pasajero intentando sacarse una selfie y dejando caer su guante.
No esperaba sentirme tan pequeño parado ahí arriba, ni tan despierto. El vuelo de regreso fue distinto — más liviano, tal vez porque ya no apretaba tanto el asiento. Sarah nos contó sobre patrones climáticos (es una apasionada) y cómo en invierno a veces ni se ven esas rocas por la nieve. Tocamos tierra antes de que estuviera listo para dejar esa vista atrás. Aún la recuerdo cuando veo montañas en la tele — nunca se ven tan reales.
El vuelo panorámico dura unos 25 minutos, incluyendo un aterrizaje alpino de unos 10 minutos.
No, la nieve varía según la temporada; en verano el lugar de aterrizaje puede ser rocoso en lugar de nevado.
Los vuelos los operan un equipo local de marido y mujer, ambos pilotos con experiencia.
No se menciona traslado desde hoteles; sin embargo, hay opciones de transporte público cerca.
Sí, los bebés pueden viajar pero deben ir en el regazo de un adulto durante el vuelo.
El tour es apto para todos los niveles de condición física, pero hay que subir dos escalones altos para entrar al helicóptero; avísales si tienes movilidad reducida.
Tu día incluye un vuelo panorámico en helicóptero de 25 minutos sobre el glaciar Franz Josef con piloto experto, todos los impuestos incluidos, y un aterrizaje en los Alpes del Sur donde tendrás unos diez minutos para salir y disfrutar de esas vistas salvajes antes de regresar.
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