Recorrerás Oslo desde sus grandes plazas hasta las vistas en Holmenkollen, pasearás entre las esculturas de Vigeland con un guía local y entrarás en la historia polar en el Museo Fram o descubrirás tradiciones en la península de Bygdøy. Prepárate para momentos inesperados, como risas entre esculturas o estar a bordo de un barco ártico.
Confieso que no esperaba que Oslo se sintiera tan abierta, como si el aire aquí fuera un poco más puro. Nuestra guía, Kari, tenía esa habilidad de contar la historia de la ciudad como si la hubiera vivido en carne propia. Empezamos cerca del Ayuntamiento (donde cada año entregan el Nobel de la Paz), y aún era temprano, así que los tranvías pasaban medio vacíos. Hay una mezcla genial entre lo antiguo y lo moderno: el Parlamento de ladrillo amarillo y de repente la Ópera de cristal, donde la gente realmente camina por el techo (vi a una pareja comiendo pasteles allá arriba).
La colina de Holmenkollen estaba más fría de lo que imaginaba. El viento me azotaba la bufanda mientras mirábamos ese salto de esquí tan imponente; Kari nos contó que los noruegos crecen viéndolo en la tele cada invierno. La vista sobre Oslo y el fiordo es de esas que no logras captar bien en foto, porque en persona se siente mucho más grande. Luego fuimos al Parque de Esculturas Vigeland. No soy muy fan de los parques de esculturas, pero la verdad… caminar entre esas figuras de piedra —algunas riendo, otras con mirada perdida— me llegó al alma. Había un grupo de niños trepando una estatua y su mamá ni se inmutaba.
Después tocó la península de Bygdøy, que los locales llaman “la isla de los museos”, y la verdad que es un nombre muy acertado porque está llena de ellos. El Museo Fram huele a madera y metal antiguos; puedes entrar al barco que llegó a ambos polos (cruje cuando caminas). Si tienes suerte con el tiempo o el horario, también puedes visitar el Museo Folklórico, donde hay una iglesia de madera oscura con cabezas de dragón que parece sacada de un cuento. Tuvimos que cambiar por el Kon-Tiki por ser lunes, pero el balsar de Thor Heyerdahl también tiene su encanto único.
Seguía pensando en cómo Oslo no se vende a gritos, sino que te deja descubrir sus capas a tu ritmo. El tour fue rápido pero nunca apresurado; Kari siempre esperaba a todos antes de seguir con sus historias (incluso repitió un detalle sobre el Castillo de Akershus cuando alguien no lo escuchó). Lo que más recuerdo es el aire frío en la cara en Holmenkollen, más que cualquier otra cosa.
El tour cubre varios sitios principales de Oslo y suele durar entre 5 y 6 horas, incluyendo traslados.
No, el almuerzo no está incluido. Se recomienda llevar comida porque hay pocas paradas para comer durante el recorrido.
Incluye entrada al Museo Fram y normalmente al Museo Folklórico Noruego; si está cerrado (lunes o fechas específicas), se visita el Museo Kon-Tiki.
No, no hay recogida en hoteles; los viajeros se encuentran en un punto céntrico de Oslo para salir.
Sí, los niños pueden participar pero deben ir acompañados de un adulto; hay asientos para bebés si es necesario.
El tour implica caminar moderadamente, con escaleras y terreno irregular; puede no ser adecuado para personas con movilidad reducida o problemas cardiovasculares.
El tour se realiza con cualquier clima, así que es importante llevar ropa adecuada porque la mayoría es al aire libre.
No, solo se contempla desde afuera durante el tour.
Tu día incluye transporte cómodo en autobús entre los puntos clave de Oslo como Holmenkollen, paseos guiados por el Parque Vigeland y los museos de la península de Bygdøy, además de entradas al Museo Fram y al Museo Folklórico Noruego o Kon-Tiki según horarios o clima. Un guía certificado en inglés acompaña todo el recorrido; el almuerzo no está incluido, así que lleva tu propio snack si quieres.
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