Vive la naturaleza salvaje de Noruega en esta excursión de un día en Geiranger—desde las alturas de Flydalsjuvet, atravesando las curvas de la Carretera Águila, respirando el aire frío en Mt. Dalsnibba y haciendo pausa en el lago Djupvatnet con un guía local que da vida a estos lugares.
Lo primero que noté fue el sabor del aire: fresco, casi cortante, cuando salimos en Flydalsjuvet. Había visto fotos del fiordo de Geiranger antes, pero estar en esa roca es otra cosa. Nuestra guía (creo que se llamaba Ingrid) nos señaló algunas antiguas granjas escondidas entre el verde allá abajo. Nos contó cómo la gente solía subir el heno por esas pendientes—la verdad, no me lo imagino. El viento me tiraba de la chaqueta y el sombrero de alguien casi salió volando por el borde, lo que hizo que todos soltáramos una carcajada.
La subida al Mt. Dalsnibba es un poco surrealista. Ves cómo el fiordo se va haciendo pequeño detrás y de repente hay nieve en el suelo, aunque en Geiranger sea verano. En el Skywalk me quedé un momento quieta porque las piernas me temblaban (las alturas no son lo mío). La vista es enorme, como si miraras tu vida diminuta desde arriba. Ingrid pasó un poco de chocolate que había traído (“combustible noruego”, bromeó). Nunca pensé que el chocolate supiera tan bien con el aire frío.
Luego paramos en el lago Djupvatnet, que en junio aún estaba medio congelado, con un silencio raro salvo por el crujir de la grava bajo las botas. Después llegó la Carretera Águila, llena de curvas cerradas y vistas repentinas del agua muy abajo. Alguien contó once curvas, pero yo perdí la cuenta en la seis o siete; estaba demasiado concentrada mirando por la ventana o conteniendo la respiración cuando pasábamos cerca del borde. Nos detuvimos donde se ve la cascada Siete Hermanas al otro lado del fiordo—el agua cayendo como cintas blancas sobre la roca oscura—intenté sacar una foto pero nunca queda igual que lo que ven tus ojos.
No esperaba recordar tantos detalles pequeños: las historias de Ingrid sobre trolls (ella jura que viven en esos bosques), cómo todos nos quedamos en silencio en ciertos miradores, o lo frío que se me pusieron los dedos solo por sostener la cámara. No es solo tachar lugares en la lista, es esa sensación que te queda cuando ya has vuelto al nivel del mar.
La duración no está especificada, pero incluye varias paradas panorámicas entre Geiranger y Mt. Dalsnibba antes de regresar por la Carretera Águila.
La recogida está incluida; los pasajeros de cruceros deben indicar el nombre del barco al reservar.
Si Mt. Dalsnibba no es accesible (suele pasar en mayo), se hará otra parada panorámica sin acortar el tour.
Sí, todos los vehículos admiten sillas plegables y la mayoría del terreno es accesible; contacta antes si necesitas rampa.
No se menciona almuerzo incluido; lleva algo para picar si quieres.
Sí, bebés y niños pequeños pueden ir en cochecito o carrito; lleva tu propia silla infantil si la necesitas.
El tour puede ser guiado por un profesional multilingüe que hable inglés debido a grupos mixtos.
Los puntos clave son el mirador Flydalsjuvet, el Skywalk en Mt. Dalsnibba, la parada en el lago Djupvatnet, el recorrido por la Carretera Águila y la vista a la cascada Siete Hermanas.
Tu día incluye recogida en Geiranger o en tu crucero, todo el transporte entre paradas como el cañón Flydalsjuvet, el Skywalk en Mt. Dalsnibba (si está abierto), el lago Djupvatnet, la Carretera Águila con sus curvas dramáticas, vistas a la cascada Siete Hermanas y la compañía de un guía local experto durante todo el recorrido.
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