Camina por avenidas antiguas en Teotihuacán, prueba pulque y tequila donde lo hacen los locales, visita la basílica más sagrada de México y vive la mezcla de épocas en la Plaza de las Tres Culturas—todo con historias que no descubrirías solo.
La luz del sol iluminaba justo las piedras cuando entramos a Teotihuacán. Se sentía un olor seco y mineral en el aire, polvoriento pero a la vez fresco. Nuestro guía, Luis, nos mostró detalles que jamás habría notado solo: el tenue pigmento rojo que aún se aferra a la Pirámide del Sol y cómo la Calzada de los Muertos se alinea perfectamente con las montañas lejanas. Los vendedores ya estaban instalados, ofreciendo objetos de obsidiana y pulseras tejidas; una mujer me entregó un pequeño jaguar de barro que sonaba cuando lo movía.
Antes de subir a las pirámides, paramos a probar sabores en San Martín. Primero llegó el pulque, la “bebida de los dioses”, con su sabor ácido y textura espesa, muy diferente al tequila que probamos después. El lugar de la degustación estaba escondido detrás de un jardín de cactus, y se escuchaban gallos en la distancia. La comida fue en un sitio que nuestro guía recomendaba mucho; yo elegí pollo con mole y otros probaron tacos con nopales. Sin prisas, solo buena comida y charlas con gente de todos lados.
Más tarde, en la Basílica de Guadalupe, se sentía un murmullo tranquilo: peregrinos pasando frente a la tilma de la Virgen. El aire olía a cera y lirios. Luis nos explicó que aquí conviven tres iglesias, cada una de una época distinta. Tuvimos tiempo para recorrerlas todas y hasta encender una vela si queríamos.
La última parada fue la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. No es tan espectacular como Teotihuacán o la basílica, pero aquí se siente la historia de México en capas: ruinas aztecas junto a una iglesia colonial y edificios modernos que se alzan encima. Luis nos contó lo que pasó aquí en 1968; un momento duro, pero fundamental para entender.
Sí, todos los sitios de este tour son accesibles para sillas de ruedas y los vehículos pueden acomodar ayudas para movilidad.
Los traslados van de 30 minutos a una hora según el tráfico; nuestro guía se aseguró de que estuviéramos cómodos todo el tiempo.
Claro que sí—muchas familias con niños pequeños participan y los cochecitos son bienvenidos en todos los lugares que visitamos.
Después de las explicaciones del guía, tendrás tiempo para explorar por tu cuenta en cada parada principal.
Tu transporte es con aire acondicionado (créeme, lo agradecerás después de Teotihuacán), todos los traslados están incluidos, además de visitas guiadas en cada sitio. También hay una degustación antes de la comida y si quieres quedarte a comer en el restaurante local, es decisión tuya. Personas en silla de ruedas y familias son bienvenidas; todo está pensado para que todos disfruten cómodamente.
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