Te sumergirás en cuatro cenotes del Yucatán con tirolesa, rappel, kayak y nado, guiado por un experto local. Disfruta café fresco al salir, galletas de chocolate después de cada baño y un picnic gourmet rústico bajo la selva. Volverás con el cabello mojado, una sonrisa enorme y un poco más valiente.
Lo primero que recuerdo es ese olor a tierra húmeda—hojas mojadas, algo verde y antiguo—cuando salimos de la van cerca del primer cenote. Nuestra guía, Sofía, nos ofreció café y pan dulce justo ahí en la selva (yo todavía medio dormida, para ser sincera), y empezó a contarnos cómo estos cenotes son como portales para los dioses mayas. No pensé que me pondría nerviosa, pero al pararme al borde de ese cenote abierto con sus paredes cubiertas de enredaderas, dudé antes de lanzarme. El agua estaba más fría de lo que imaginaba—un choque que te despierta mejor que el café.
Sofía mantuvo el ambiente relajado; bromeaba diciendo que los chalecos salvavidas nos hacían ver como “tortugas de colores.” En la siguiente parada—el cenote antiguo—se escuchaban los ecos de los pájaros rebotando en la piedra. Algunos se lanzaron por la tirolesa, pero mis manos temblaban tanto que solo miré (y aplaudí demasiado fuerte cuando mi amigo cayó al agua). Después de cada baño nos dieron galletas—de chocolate que se derretían un poco en mis manos—y no sé si era por el hambre o por estar todo el día al aire libre, pero estaban perfectas.
El tercer cenote estaba casi escondido—una caverna oscura donde bajamos en rappel por un agujero en el techo. Olía a minerales y piedra fresca. Traté de dar las gracias en español a uno de los que ayudaba con las cuerdas (“¿gracias por ayudarme?”), y él sonrió. Después de flotar en un flotador bajo esas estalactitas tan extrañas y bonitas, todo se volvió más silencioso por un rato. El almuerzo fue tipo picnic bajo unos árboles: pan rústico, quesos, ensaladas, y hasta vino si querías. Había hormigas por todos lados, pero a nadie le importó—estábamos ocupados pasando la sopa y riendo sobre quién gritó más fuerte en la tirolesa.
Sigo pensando en la calma que sentí remando en kayak por ese último cenote semiabierto. La luz del sol entraba en parches y hacía que todo brillara en tonos azul verdoso. Mi teléfono no funcionaba allá (Sofía nos avisó), así que por primera vez nadie estaba distraído con mensajes o llamadas—solo el sonido del agua y nuestras voces rebotando en las paredes de piedra. El regreso fue movido y silencioso; todos medio dormidos y felices a la vez.
Visitarás cuatro cenotes diferentes durante la excursión de un día.
Sí, incluye un picnic gourmet y snacks después de cada actividad.
Sí, hay transporte desde hoteles en Cancún, Playa del Carmen y la Riviera Maya.
Harás rappel, tirolesa, kayak, snorkel, nado y flotación, según el cenote.
La edad mínima es 6 años; los niños deben ir siempre acompañados por un adulto.
No, todo el equipo necesario está incluido en el tour.
No se recomienda para quienes tengan lesiones en la columna u otras condiciones específicas; consulta detalles arriba.
Es poco probable que haya señal móvil en la selva donde están los cenotes.
Tu día incluye transporte desde hoteles en Cancún o Playa del Carmen (o punto cercano), entrada a cuatro cenotes únicos del Yucatán con todo el equipo para rappel, tirolesa, kayak y snorkel; snacks ligeros con café o chocolate; galletas después de cada actividad; y un picnic gourmet rústico al aire libre antes de regresar al hotel por la tarde.
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