Recorrerás las calles vibrantes de Playa del Carmen probando quesadillas artesanales con rellenos sorpresa, jugos frescos en mercados locales, tacos al pastor donde comen los vecinos, mole tradicional y paletas heladas, todo guiado por alguien que conoce cada rincón y la historia detrás de cada bocado.
Creía que conocía la comida mexicana antes de hacer este tour a pie en Playa del Carmen, pero me equivoqué. Nos encontramos con nuestra guía, Rosa, en una esquina llena de vida donde el aire olía a elote asado y algo dulce, ¿quizá churros? Se mezclaban los sonidos de una tienda cercana con el ruido de bicicletas pasando rápido. Rosa nos hizo señas con una sonrisa fácil y arrancamos, esquivando a un vendedor de sombreros que nos guiñó el ojo, como si supiera que éramos turistas al instante.
La primera parada fueron unas quesadillas con tortillas hechas a mano, más gruesas de lo que esperaba, casi como almohaditas. Rosa no nos quiso decir cuál era el “ingrediente sorpresa” hasta que las probamos (yo acerté mal). Era huitlacoche, con un sabor terroso y profundo, nada parecido a lo que imaginaba que sabía un hongo. Rosa contó que su abuela lo cocinaba en temporada de lluvias. A veces todavía recuerdo ese sabor cuando veo champiñones comunes en casa. Y la salsa tenía un picante de verdad; mi amigo tosió y todos nos reímos.
Después nos metimos en un mercado familiar lleno de frutas que ni sabía cómo llamar. Los colores eran una locura: ciruelas moradas junto a mamey naranja brillante. Probamos jugo recién exprimido (yo tamarindo), pegajoso en las manos pero perfecto para el calor. El lugar vibraba con locales regateando o simplemente charlando sin prisa. Luego llegaron los tacos al pastor en un puesto sencillo pero con fila de taxistas esperando — siempre buen indicio.
El mole me sorprendió; lo había probado antes pero nunca así: con notas amargas de chocolate oscuro y pollo tan tierno que se deshacía. La señora que servía sonrió cuando intenté decir “gracias” bien (seguro lo arruiné). Terminamos con paletas de un pequeño congelador afuera — mango para mí, tan frío que me dolieron los dientes. Ya el sol bajaba y todo parecía ir más despacio. Si quieres comerte Playa del Carmen de verdad, no solo hacer fotos, esta es la forma.
El tour dura alrededor de tres horas desde el inicio hasta el final.
Sí, hay opciones vegetarianas si lo avisas al hacer la reserva.
Sí, probarás puestos callejeros y restaurantes locales frecuentados por residentes.
No, no incluye recogida; el punto de encuentro es céntrico en la ciudad.
Degustarás quesadillas artesanales con ingredientes únicos, jugos frescos de frutas, tacos al pastor, mole y paletas o helados locales.
Sí, las familias son bienvenidas; los bebés y niños pequeños pueden ir en cochecito.
Tu guía es bilingüe, habla inglés y español con fluidez.
Los tours se hacen con lluvia o sol durante todo el año, salvo que el clima sea peligroso.
Tu experiencia incluye degustaciones de quesadillas con ingredientes especiales, jugos frescos de mercados familiares, tacos al pastor en puestos populares, mole tradicional, paletas o helados para cerrar, todo acompañado por un guía local bilingüe que comparte historias sobre la historia de Playa del Carmen. También están incluidas las bebidas y las propinas para el personal, para que solo te preocupes por disfrutar (y reírte con tus intentos de español).
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