Si quieres conocer Chiapas más allá de las postales—lagos reales que cambian de color y cascadas que te empapan los zapatos—esta excursión reúne ambos en un solo día. Recibirás historias locales de tu guía, muchas oportunidades para fotos y tiempo para simplemente disfrutar el momento.
Temprano en la mañana, nos apretujamos en la van justo cuando el sol empezaba a calentar las calles de Tuxtla. Nuestra guía, Marisol, repartió botellas de agua fría—créeme, luego la vas a necesitar. El viaje hacia el Parque Nacional Lagunas de Montebello duró un par de horas, serpenteando entre bosques de pino y pequeños pueblos donde los locales venden tamales en hieleras a la orilla del camino. Cuando finalmente llegamos, el aire se sentía más fresco y olía ligeramente a tierra mojada. Aquí hay 59 lagos—sí, yo tampoco lo creía—pero solo pudimos ver una docena. Cada uno tenía su propio color; algunos parecían casi turquesa, otros verde intenso o incluso rojizos con la luz adecuada. Marisol nos explicó que los colores cambian según el clima y la hora del día. Pasamos cerca de una hora caminando por senderos estrechos entre los lagos, tomando fotos y viendo a los niños alimentar patos con tortillas.
La siguiente parada: el centro ecoturístico El Chiflón. Aquí hace un poco de humedad—lleva sombrero si te quemas fácil. La caminata hasta las cascadas no es muy difícil, aunque hay tramos empinados; vi a varias personas con cochecitos de bebé tomándola con calma. Primero escuchas El Suspiro antes de verlo—un murmullo bajo detrás de árboles frondosos—y de repente sientes la bruma en la cara. Luego están Las Alas del Ángel, más estrechas pero más altas, con mariposas revoloteando (no es broma). La más grande es el Velo de la Novia; probablemente te mojarás si te acercas para una selfie. Algunos se lanzaron en la tirolesa (no incluida), pero yo disfruté simplemente sintiendo la niebla y viendo a los locales vender rebanadas de mango con chile en polvo en la entrada. Terminamos ya entrada la tarde, cansados pero con una sonrisa de oreja a oreja.
¡Sí! Los cochecitos son aptos para la mayoría de los senderos y hay asientos para bebés disponibles si los necesitas.
La caminata a cada cascada tiene algunas subidas, pero nada extremo; tómalo con calma y lleva calzado cómodo.
No se incluyen comidas, pero hay vendedores de snacks en ambas paradas donde puedes comprar alimentos.
No está permitido nadar por razones de seguridad, pero puedes acercarte lo suficiente para sentir la bruma de las cascadas.
Tu boleto cubre las entradas a ambas atracciones, transporte con aire acondicionado todo el día (un gran plus cuando hace calor) y agua embotellada para mantenerte hidratado durante el viaje.
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