Pedalea por el colorido Coyoacán con guía local, disfruta churros y atole en una plaza animada, prueba tostadas en el mercado y entra sin filas al Museo Frida Kahlo con tu entrada incluida. No es solo turismo, es vivir el día a día.
“Frida siempre decía: ‘Pies, ¿para qué los quiero si tengo alas para volar?’” Así empezó Ana nuestra ruta por Coyoacán — con una sonrisa bajo su sombrero mientras repartía cascos frente a la tienda de bicicletas. El aire olía a masa de maíz y algo dulce (supe que eran churros antes de que ella los mencionara). Arrancamos pedaleando, esquivando a un perro que parecía el dueño del barrio. La mañana estaba perfecta: ni demasiado calor para sudar ni frío para ponerse chaqueta.
Ana nos señaló los lugares que frecuentaba Diego Rivera y nos contó sobre la vida de Frida aquí — no solo el museo, sino cómo saludaba a los vecinos o se quejaba de los pétalos de jacaranda pegados a sus zapatos en primavera. En una parada intentamos pronunciar “Coyoacán” bien; Li, del grupo, hizo reír a todos con su “r” tan marcada que Ana casi escupe su atole. Los churros crujían por fuera y quemaban por dentro, bañados en azúcar con canela que se me quedó pegada en los dedos más de lo que quise admitir. Comerlos en esa plaza — con niños persiguiendo palomas y un vendedor cantando bajito — no parecía un tour, sino un secreto compartido.
El mercado era un estallido de colores y sonidos — tostadas rebosantes de ceviche, aguas frescas en frascos gigantes sudando frío. Dudé qué sabor elegir (al final, guayaba), mientras Ana charlaba con un puesto sobre el último partido de fútbol. Conocía a todo el mundo. Después de comer, bajamos por calles más tranquilas hasta las paredes azules de la Casa Azul. Con las entradas VIP al Museo Frida Kahlo entramos directo, sin hacer fila bajo el sol. Adentro, el aire era fresco y silencioso; casi podías escuchar los pasos de Frida en esos azulejos antiguos. Me quedé un rato sola, imaginándola pintando junto a esa ventana rodeada de plantas.
No esperaba sentir tanto solo pedaleando por Coyoacán — tal vez fueron las historias de Ana o ver la vida cotidiana seguir alrededor de esos lugares tan famosos. Sea como sea, se queda contigo.
La experiencia completa dura unas 4 horas, incluyendo la visita al museo.
Sí, tu boleto VIP incluye la entrada al Museo Frida Kahlo después del tour en bici.
El punto de encuentro es en C. Moctezuma 132, Del Carmen, Coyoacán (una tienda de bicicletas).
Sí, incluye churros con atole, además de tostadas y aguas frescas del mercado.
No, no hay recogida; se recomienda usar transporte público o Uber para llegar al punto de encuentro.
No se requiere experiencia especial; es apto para todos los niveles de condición física, excepto personas con restricciones de salud.
Sí, tras entrar con tu boleto grupal puedes recorrer la Casa Azul todo el tiempo que quieras.
No se recomienda para personas embarazadas o con problemas de columna o cardiovasculares.
Tu día incluye bici y casco para recorrer las calles históricas de Coyoacán, churros y atole en una plaza local, tostadas y aguas frescas en el mercado, y entrada sin filas al Museo Frida Kahlo, donde puedes quedarte todo el tiempo que desees tras el recorrido guiado.
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