Aprovecha para bajar el ritmo en Ciudad de México con un brunch mexicano de platillos regionales, margaritas ilimitadas (sí, en serio) y un masaje relajante de 30 minutos con locales que te reciben como en familia. Risas, sabores nuevos y momentos de calma que recordarás mucho después.
Antes de sentarme, alguien me entregó un vaso frío: margarita de pepino, helada y con ese toque ácido, con sal en el borde. Alma me sonrió desde el otro lado de la mesa y me dijo que aquí el brunch no es solo comida, es toda una vibra. El aire olía a tortillas calientitas y limón. Escuchaba risas que venían de la cocina y cada pocos minutos alguien traía un nuevo plato: pozole humeante en grandes tazones, chilaquiles con ese crujido suave perfecto, tacos de pescado que sabían a mar. Quise ir despacio, pero la verdad es que era imposible no probarlo todo.
Nuestra guía (creo que se llamaba Lety) nos contó el origen de cada platillo — mole de Puebla, ceviche de Veracruz. Compartió historias de la receta de pozole de su abuela mientras nos servía otra ronda (esta vez margarita de mango, ¡peligrosamente rica!). En un momento intenté pronunciar “tamarindo” bien y se rió tanto que casi se le cae la coctelera. Se sentía más como estar en casa de una amiga que en un tour formal. La luz del sol se movía entre las ventanas y pensé: así deberían ser los domingos.
No esperaba que el masaje fuera tan… reconfortante. Después de tanta comida y charla, entrar a un cuarto tranquilo para un reflexología de cabeza y cuello fue casi mágico. Mis hombros se soltaron por fin. De fondo había música suave, o tal vez eran los sonidos de la calle colándose. En un abrir y cerrar de ojos pasaron los treinta minutos. Cuando regresé, alguien me dio una margarita de fresa y brindamos de nuevo. No sé si fue la comida, la compañía o simplemente que alguien se haya preocupado por mí, pero esa sensación aún me acompaña.
Hay varias opciones vegetarianas dentro de los platillos tradicionales; avisa a tu anfitrión sobre cualquier necesidad al reservar.
La experiencia completa suele durar entre 2 y 3 horas, incluyendo tiempo para comer, beber, platicar y el masaje de 30 minutos.
Sí, las familias son bienvenidas; los bebés pueden acompañar a los adultos y hay sillas altas o cochecitos disponibles si los necesitas.
No hace falta traer nada especial — solo llega con hambre y ganas de relajarte. Todo lo demás está incluido.
Tu día incluye un brunch mexicano ilimitado con favoritos regionales desde Puebla hasta Oaxaca, margaritas ilimitadas en varios sabores (y mojitos), un masaje relajante de 30 minutos a elegir (reflexología de cabeza/cuello/espalda o pies), snacks durante la experiencia y la cálida atención local de principio a fin.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?